Villaviciosa, sede del colegio de San Rafael, ha sido el centro de las celebraciones del Bicentenario de la fundación de la Congregación Vedruna en Asturias. Fue una intensa jornada festiva, con procesión por las calles incluida, cuyo momento central fue la Eucaristía presidida por el arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes.

“Hoy es un día que rebosa de gratitud y de esperanza”, decía, al comienzo de la celebración, la directora del centro, Estela Miranda. “Nos reunimos alrededor del altar para celebrar una historia de amor que comenzó hace 200 años, cuando santa Joaquina de Vedruna, mujer valiente y madre de familia, escuchó la voz del Buen Jesús que la llamaba a amar sin medida, a cuidar la vida con ternura y a poner su corazón en las manos de Dios”.
“Joaquina –añadió- no fue una mujer de grandes discursos, sino de gestos sencillos y profundos. Supo descubrir en el rostro del Buen Jesús la presencia de un amor que la impulsó a servir a los más pequeños, a educar con pasión y a cuidar con delicadeza a los enfermos”.
Ese estilo, humilde y alegre, sigue siendo hoy plenamente reconocible. “En cada aula, en cada gesto de servicio, en cada mirada de compasión, el Buen Jesús sigue caminando entre nosotros, invitándonos a hacer de la vida un espacio de amor”, prosiguió la directora.

Estela Miranda, directora del Colegio San Rafael
La celebración del Bicentenario en Villaviciosa ha coincidido con el 130 aniversario del colegio de San Rafael, y con la despedida de la última comunidad Vedruna en Asturias, el pasado mes de julio. Se explican así las muestras de afecto que han podido verse en estas celebraciones, tanto por parte de vecinos, como de autoridades.
“En nuestro colegio, el San Rafael, las hermanas han dejado una huella imborrable a lo largo de 130 años”, resumía Estela Miranda. Todos y cada uno de nosotros podríamos citar los nombres de varias de esas hermanas. Eso indica que han influido en la educación de muchas niñas y, en los últimos 37 años, también en muchos niños. Y también puedo y creo que debo hacer alusión a la Residencia Miyar Somonte, donde la entrega de las hermanas ha sido ejemplo de amor y servicio durante casi cuatro décadas. En lo personal, me siento especialmente agradecida porque he tenido la suerte de vivir esa presencia desde muchos lugares: como alumna, como profesora, como directora en el colegio; y como voluntaria y ahora como miembro del patronato en la Residencia. Y en todos esos espacios, siempre ha estado presente la ternura, la firmeza, la pedagogía del amor que define el carisma Vedruna”.
La huella maliaya
En realidad, según explicó en una nota la archidiócesis de Oviedo al referirse al Bicentenario, fue Infiesto, no Villaviciosa, el primer lugar al que llegaron las hermanas, concretamente en 1893. “Desde allí se solicita a la Madre General que acuda un grupo de hermanas para abrir un colegio, que se llamó Nuestra Señora del Carmen y que cerró tiempo más tarde”, ha publicado en su página web el Arzobispado. “Tan solo dos años después unas familias de Villaviciosa pidieron lo mismo y en 1895 llegaron cuatro hermanas que se instalaron en la actual Casa de la Cultura, en la calle del Agua, y que pusieron al Centro el nombre de San Rafael, al obtener el permiso de apertura el día de su fiesta. Comenzaron con doce alumnas y el crecimiento fue tal que, poco tiempo después, la casa se quedó pequeña y tuvieron que adquirir el Centro que actualmente conocemos”.
Las hermanas Vedruna no solo se han dedicado en Asturias a la educación. Entre los proyectos sociales, destaca la Residencia de mayores Miyar-Somonte, de Amandi, en el término municipal de Villaviciosa. En 2017, las últimas hermanas en la comunidad de la residencia se unieron a la comunidad del Colegio San Rafael, que se mantuvo hasta julio de 2025. Tanto el colegio como la Residencia han continuado su actividad con plena normalidad y conforme a su ideario, tras haber dado progresivamente las hermanas el relevo a personas colaboradoras laicas.

Hoy no existe ya comunidad Vedruna en Villaviciosa, pero en la Congregación han quedado profundas huellas maliayas, gentilicio en el que pervive el antiguo nombre medieval de esta región asturiana (Maliayo).
No se trata solo del Colegio San Rafael y de la residencia de mayores. De Villaviciosa han surgido 29 vocaciones Vedruna, hermanas que, fieles a la invitación de Joaquina de “abrirse al mundo entero”, fueron en muchos casos enviadas a países de África, Norteamérica y América Latina, expandiendo así por todo el mundo su particular modo de seguir a Joaquina con acento asturiano y maliayo.