La mañana del domingo 27 de julio de 2025, en la Parroquia de Santa María María de Verdú, por iniciativa del obispo de la diócesis, Mons. Francesc Conesa i Ferrer y del párroco, Mn. Juan Viladot, y su consejo parroquial, se celebró una eucaristía de agradecimiento por la labor realizada por las hermanas, durante los 153 años, de su presencia en el lugar.
El pueblo se volcó en la celebración, en medio de un revuelo de pesares, por la marcha anunciada de las hermanas y de una profunda y amistosa actitud de agradecimiento.
La hermana Montserrat Fenosa en nombre del Equipo Provincial dirigió un mensaje a los asistentes.
Ante todo, recordó la fecunda historia de Vedruna en Verdú.
El 27 de octubre de 1872 llegaron las cuatro primeras hermanas a “Cal Talaveró”, solicitadas por el Ayuntamiento y el Párroco, recibiendo por parte del pueblo una afectuosa acogida y una cálida bienvenida en la iglesia parroquial. En aquel momento les encomendaron atender la escuela pública de las niñas.
A lo largo de los años, en el andar unísono de hermanas y pueblo, fueron surgiendo respuestas creativas a las necesidades de cada momento, según el querer de Joaquima: “Abrazar todas las necesidades de los pueblos […] a gloria de Dios y bien del prójimo”.
La presencia Vedruna en Verdú se fue modelando como la arcilla “en las manos de los alfareros de la villa”.
A la escuela pública se añadieron una escuela privada Vedruna, un parvulario y una Escuela-Hogar que preparaba a las jóvenes para atender el cuidado de la familia y la casa.
Ante la preocupación de familias de no poder atender a sus hijos en tiempos de trabajo, se ofreció cuidar de ellos, siempre que se necesitara, fuese el día y hora que fuese. También se ofrecieron sesiones de cine los fines de semana.
Para amenizar las fiestas populares se formó con las niñas un grupo de “Majorettes” que precedía la banda de tambores y trompetas de los niños.
Se trataba de cuidar en todo momento la formación de niñas, niños y adolescentes, acompañarles en su crecimiento personal y de fe y, junto a sus padres, velar por su integración a la vida y tradición cultural del pueblo abriéndoles a la colaboración social.
Cuando en 1972 tuvo que cerrarse la Escuela Vedruna, el pueblo y las hermanas impulsaron un proyecto social que perduró más de 50 años: La Cooperativa Industrial Vedruna, VEICO, taller de confección, que permitió a más de 200 mujeres conciliar formación y trabajo con la vida familiar y garantizar disponer de una pensión en el futuro.
Después pasó al momento presente constatando…
Que la comunidad de Hermanas continuaba, como siempre, con su casa de puertas abiertas acogiendo, acompañando y compartiendo alegrías y duelos con todas las personas que se acercan a ella.
Que los comprometidos laicos Vedruna de Verdú, alentados en su principio por Josep María Castelló, para quienes Joaquima ha sido un estímulo en su camino de fe, se encuentran siempre colaborando en la acción parroquial, catequesis, liturgia y atención a familias necesitadas.
Que en el recuerdo de la población han quedado gravados muchos rostros de Hermanas consideradas amigas y compañeras en el camino de la historia local.
Y que la realidad histórica pasada y presente, ante el anuncio de la partida de las hermanas a falta de relevo para poder seguir insertas en Verdú, ha provocado un hondo clamor de duelo y a la vez la generosa oferta de cuidar de las hermanas para que no se vayan.
Esta muestra de gran estima se agradeció sinceramente.

Y acabó, lanzando un reto, con la confianza firme de que se abría un nuevo camino.
Vemos que el trabajo generoso, realizado a lo largo de estos años, conjuntamente por Hermanas, verduninas y verduninos, para que Verdú tuviera Vida abundante, ya está dando fruto.
Y en el momento en que con gran pesar nosotras debemos partir, os proponemos con emoción que acojáis la Antorcha que nosotras recibimos de Joaquima de Vedruna y que ahora ponemos con gran confianza en vuestras manos. La Iglesia y Verdú os necesitan.
Os damos gracias y confiamos que, como Joaquima decía, “Dios cuidará de todo”. Si, a Él y a Sant Pere Claver, encomendamos la nueva etapa que empieza pidiendo una bendición especial para todos vosotros y vuestras familias.
A mediodía, acabada la emotiva Eucaristía, el Sr Obispo, todo el Consejo Parroquial, la Comunidad y las hermanas que acompañábamos, pasamos a la segunda mesa.
En casa de la Comunidad compartimos, en un ambiente cordial y sencillo, la comida de celebración que, con mimo, había encargado la H Carmen Duran. Ella recordó agradecida las muchas veces que, en aquella casa y mesa, Hermanas llegadas de todas partes del mundo, habían expresado haber degustado el sabor y el hacer familiar de Joaquima. Iban acompañadas por la H María Antonia Gilibets, experta guía de las rutas de Catalunya pisadas por Joaquima.
La comida fue un tiempo propicio para la comunicación personal de vivencias, sentimientos y recuerdos. Se respiró amistad, complicidad, connivencia entre mayores y jóvenes, compromiso de Iglesia, de Pueblo y de País. Y agradecimiento.
Al final de la tarde, solas las Hermanas en la comunidad, Carme Duran nos compartió sus vivencias de aquel día, recordando a las Hermanas que habían estado en la comunidad en los últimos años.
Este día quedó patente que Verdú ha dejado huella en la historia de la Congregación.
Elisabeth Forns