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La tercera vez que nací

La tercera vez que nací

El testimonio de Teresa Beà nos acerca al regalo de descubrir el legado que ha recibido de Joaquina, la huella que reconoce como Vedruna y los rasgos de espiritualidad que vive más significativamente, guiada por el deseo hondo de practicar la pedagogía del amor con misericordia y ternura. Así lo ha contado ella en un reciente encuentro de voluntariado celebrado en el Centro Vedruna Valladolid por la Red SEL (Educar, Sanar, Liberar):

  

Me gustaría transmitir mi testimonio desde tres momentos importantes:

  1. ¿Cuál es el legado que he recibido de Santa Joaquina?
  2. ¿Qué huella de Santa Joaquina reconozco en mí como Carmelita Vedruna?
  3. ¿Qué rasgos de la espiritualidad de Santa Joaquina vivo más significativamente?

En primer lugar: ¿Cuál es el legado que he recibido de Santa Joaquina?

Para iniciar mi testimonio diré, tal como se me pidió, que es un testimonio personal. Pocas veces me he abierto, en público, de esta manera para hablar de mis sentimientos, pero todo sea para celebrar, de antemano, los 200 años de la fundación de la Congregación. Así uno los 200 años de la fundación con mi voluntariado.

Como filóloga diré que legado es aquello material o espiritual que una persona o generación deja a otra, o a otras, que vienen después. El legado que yo he recibido de santa Joaquina lo divido en tres partes y en diferentes momentos de mi vida. Yo diría que son como tres nacimientos.

  1. Primer nacimiento. Desde mi nacimiento a la vida en 1943 hasta 1964.

Nací en el seno de una familia trabajadora, con una madre entregada a la familia y a los demás y con un padre para quien yo era lo mejor que le había sucedido en su vida. Luego vino mi hermano, el único. Y después, como alumna de mi colegio y de la Congregación Mariana de Les Borges Blanques. Estos dos ambientes fueron la semilla para que yo me sintiera llamada a la vida religiosa y a la Familia Vedruna concretamente. Y digo “sentí” porque así fue. Y este sentir lo he llevado dentro de mí desde entonces.

Yo era feliz en mi familia y me sentía bien con las hermanas Vedruna con quienes trataba; me gustaba su sencillez y la vida de familia, y eso me facilitó que quisiera ser como algunas de ellas. El camino hasta llegar al noviciado no fue fácil, pero yo me sentía atraída por esta vida y superé todos los impedimentos que se me presentaron. El legado en este primer nacimiento fue la sencillez y la vida de familia.

  1. Segundo nacimiento. Este período va desde 1964, año en que entré en el noviciado, hasta 2006.

Es toda una vida. Fue un nacimiento con cesárea y un postparto difícil. Diré que en estos años hubo de todo, positivo y negativo, y mucho. No referiré todos los detalles porque no es necesario. Pero, a pesar de todo, yo quería seguir en el camino y en la llamada que había sentido y que me acompañaba desde el principio. Yo quería compartir fe, vida y misión en la familia Vedruna, quería acoger la vida, afrontarla y dedicarla a los que más sufren, quería practicar la pedagogía del amor. Estos son legados de santa Joaquina en este segundo nacimiento.

Una cosa positiva y que considero también legado en este segundo nacimiento fue que pudiera entrar a trabajar en la escuela pública y después en un instituto. Esto me hacía pensar que las primeras hermanas también trabajaban en la escuela pública y era otro legado que me dejaba santa Joaquina y que yo consideraba muy positivo.

  1. Y llegamos al tercer nacimiento: el que va desde 2006, y que quisiera que llegase hasta el final de mi vida.

¿Qué pasa a partir de 2006? Pues que me jubilo de mi vida laboral dedicada a la enseñanza. En este momento doy clases en el instituto de l’Espluga de Francolí, me cambian de destino a un barrio de Tarragona llamado Camp Clar y entro de voluntaria en un albergue de personas sin hogar en Tarragona.

Este es un regalo que nunca agradeceré lo suficiente. Hace casi 19 años que he podido palpar la pobreza material y espiritual de estas personas. Quiero, como santa Joaquina, ver a Jesús en el pobre y en los que sufren, practicar la pedagogía del amor con ternura y misericordia. Este es el legado que he recibido de santa Joaquina en este tercer nacimiento. Para mí han sido un regalo las vivencias vividas durante los casi 19 años que llevo conviviendo con estas personas. Son incalculables.

También comparto la vida en misión con las personas no Vedruna que trabajan en el albergue, compartiendo el espíritu de Familia. Este es otro legado.

¿Qué huella de santa Joaquina reconozco en mí como Carmelita Vedruna?

Dejar huella es dejar una impresión profunda y duradera en el ánimo de alguien. Santa Joaquina me dejó la huella de un espíritu de fortaleza y de lucha para superar muchas adversidades y no desfallecer en momentos difíciles. Y, al final, la recompensa de poder dedicarme a los más marginados que no cuentan para nadie.

¿Qué rasgos de la espiritualidad de Santa Joaquina vivo más significativamente?

No puedo ponerme a su altura en ningún aspecto. La oración, pobreza, devoción a la Santísima Trinidad, la mortificación, etc. fueron rasgos distintivos suyos y yo hago lo que puedo.

Los concretaría en las dimensiones de educar, sanar y liberar, en la medida en que puedo, reconociendo las luces y sombras de mis actitudes.

El poder tratar cada día, juntamente con otras personas no Vedruna, el compromiso social con los que son los últimos, me hace vivir la espiritualidad de santa Joaquina.

Fecha

abril 29, 2025

Categoría

Proyecto SEL