¿Cómo se vive hoy la misión en la Familia Vedruna? ¿Qué empuja a hermanas y seglares a levantarse cada mañana con ilusión para seguir construyendo la obra de Joaquina? ¿Y cómo ven el futuro de la Provincia Vedruna Europa (PVE)?
En medio de las reflexiones sobre el futuro de la misión Vedruna en Europa, la Asamblea Provincial, celebrada los días 11 y 12 de octubre en el Centro Vedruna de Valladolid, reservó un espacio para el testimonio. Testimonio que se convirtió también en reflexión acerca de cómo se transmite hoy el carisma de la fundadora, y de qué manera ofrece 200 años después respuestas a los retos del mundo y de la Iglesia.
A pocas horas del inicio del encuentro, para garantizar la espontaneidad del relato, el Equipo Provincial de Europa pidió a tres personas que desnudaran su corazón. Una de ellas, la hermana general de la Congregación, María Teresa Cuervo, habló de su infancia en Bogotá y de cómo le sedujo “el estilo de vida sencillo” y la “opción clara y radical por los pobres” de las hermanas Vedruna que conoció entonces. Le impresionó sobre todo el valor de estas mujeres a la hora tomar decisiones difíciles, desde una libertad evangélica entonces “poco común en la Iglesia y en la Vida Religiosa que yo conocía”.

María Teresa Cuervo, general Vedruna
Preguntada sobre el futuro de la PVE, María Teresa Cuervo se refirió a la “reducción de presencias” de religiosas, que no es exclusiva de Europa. Son procesos que “conllevan una gran carga emocional, sentimientos encontrados, confusión…”, pero que también se pueden vivir con la esperanza de aquellas hermanas Vedruna que marcaron su vocación.
Desde esa convicción, la hermana general animó a las hermanas más jóvenes a apostar por “una Vida Religiosa no de masas”, sino que más bien sea “semilla que siembre en los espacios que la PVE ha decidido fortalecer desde la experiencia Vedruna”. Eso sí, teniendo claro que resulta imposible prever cuáles germinarán: “Algunas semillas se las llevará el viento”; “otras, quizá en los lugares más inesperados, darán fruto”. “Eso solo lo sabe Dios”, dijo.
Las hermanas de mayor edad, añadió, también tienen un rol esencial que desempeñar, puesto que “nutren a todas con su oración”, y “con la gratitud” que produce su testimonio de tantos “años vividos con sentido”.
Se necesita su aportación para una Congregación que, cree la general, difícilmente se caracterizará “por los grandes números”, pero sí por su “fidelidad al Evangelio y al carisma” de su fundadora. Un futuro en el que María Teresa Cuervo se imagina -aventuró- una congregación unida en “una sola provincia”, frente al modelo territorial actual (África, India, Japón, PVE y Delegación de Filipinas).
Una Familia de religiosas y laicos
Para la general Vedruna, parte esencial no ya del futuro, sino del presente de la Congregación, son las mujeres y hombres laicos.
Toni Alcaraz, seglar de la Red SEL (Sanar, Educar, Liberar), habló de su experiencia en el proyecto Bastidor, en Oliva (Valencia), con niños, niñas y adolescentes en riesgo de exclusión.

Toni Alcaraz, de la Red SEL Vedruna
Las hermanas Vedruna han puesto en marca numerosos proyectos sociales como este, para después, con el tiempo, ceder el protagonismo a personas laicas. Son experiencias de misión compartida en la Congregación mucho menos conocidas que las existentes en el ámbito educativo, pero resultan igualmente significativas, resaltó. Muchos de estos proyectos son autónomos y ya no es necesaria una hermana que los lidere en el día a día, pero siguen y seguirán necesitando una Vedruna que los acompañe. “Aunque seamos autónomos económicamente, no podemos ser autónomos en el contacto, en ese continuar transmitiendo el carisma y la herencia de Joaquina”, dijo.
Toni Alcaraz habló de la importancia de ese acompañamiento en su propia biografía personal, haciendo referencia a un acontecimiento central en su vida. A punto de ordenarse diácono, sintió que Dios no le llamaba al sacerdocio, sino que quería “algo distinto de mí”. En ese momento de vértigo y zozobra, recibió una visita que le marcó para siempre: una hermana Vedruna que se sentó con él y le dijo: “Dios no hace basura de nada”. Y añadió: “Para lo que necesites, aquí estoy”. Desde entonces, Toni Alcaraz ha seguido comprometido de múltiples maneras con la Iglesia y con la congregación Vedruna, desde su condición de padre de familia.
“Un lenguaje que llegue a todo el mundo”
“Pienso que el futuro de la misión pasa por compartir con los laicos”, coincidió con él la hermana Marta Nosàs, al frente del Llar Juvenil de Vic (Barcelona), que atiende a menores con medidas de protección.

Marta Nosàs, directora de la Llar Juvenil Vic
Desde su experiencia en el ámbito social, Marta Nosàs considera fundamental para la misión Vedruna no descuidar la formación técnica y profesional. Y saber construir equipos, preservando “el estilo de hacer característico de Vedruna” y cuidando “la dimensión espiritual de las personas” con quienes trabajamos, “más allá de que unas sean creyentes y otras no se definan así”.
Hace falta, cree, “un lenguaje que llegue a todo el mundo”, desde una actitud que sepa “entretejer” y “acompañar en estas realidades de misión”, colaborando con personas laicas que puedan liderarlos, invirtiendo los esfuerzos necesarios para que perviva siempre en estas obras y proyectos el carisma fundacional.
Las hermanas son las primeras encargadas de transmitir y asegurar el carisma Vedruna, pero también ellas se enriquecen en este proceso. La propia experiencia personal de Marta Nosàs como “mujer creyente” se caracteriza, explicó, por el encuentro con Dios en múltiples facetas de su vida. La Congregación y la comunidad son esenciales para su vida de fe, pero también lo son las amistades y la familia biológica, que “te hace pisar la realidad”.