Cinco de las hermanas de la Provincia Europa participantes en el Capítulo General han celebrado un debate para desgranar algunas claves del Documento Capitular. En el centro, una idea fuerza: la misión tiene que ver con la vida entera. No es una cuestión meramente individual; ni siquiera puede ya entenderse solo como responsabilidad compartida de toda la Familia Vedruna. Cada vez más esa misión se lleva a cabo en red con otras familias religiosas e incluso con otros actores sociales.
La misión, en clave Vedruna, es indisociable de los jóvenes. Inmaculada Eibe, que participó en el Capítulo como coordinadora del equipo de Pastoral Juvenil Vocacional de la Provincia Europa, aseguró que la cultura vocacional “no es una tarea”, concreta, sino más bien “vida en misión”, por lo que “nos compete a todos como familia carismática”.
Al comentar el acento en “la opción preferencial por los jóvenes” en el documento capitular, Inma EIbe explicó que el Capítulo recogió el reto lanzado por el Papa Francisco en la Jornada Mundial de la Juventud de Lisboa, de “caminar con todos los jóvenes”, en sus diversas “realidades, culturas y experiencias”, acompañándoles en su búsqueda de sentido de forma cercana y respetuosa, mediante “un acompañamiento capacitado”.
En la importancia de la formación insistió también Mª Carmen Barrena. La coordinadora general del Laicado Vedruna explicó que el concepto de “familia carismática”, según lo entiende el Documento Capitular, se vincula a una idea de misión que va más allá de la tarea concreta que cada cual realiza, y que tiene que ver con la vida entera. La misión compartida, añadió, es un campo en el que se avanza de forma lenta pero segura. En el centro, cree, “tiene que ser la persona”; esto es, los diferentes “ritmos” y “culturas”, desde “el respeto a cada persona, a cada realidad, a cada situación”.
“Misión única y compartida no es un tema nuevo” para la Familia Vedruna, apostilló María Inés García, quien, como anterior general de la Congregación, pilotó la preparación del Capítulo General. Esa misión, a su juicio, tanto o más que con lo que hacemos, tiene que ver con el sentido de lo que hacemos, que es “anunciar la Buena Noticia del Reino”, lo cual se concreta en diversas obras “en salud, en educación, en liberación…” que pueden cambiar según el tiempo y la circunstancia.
Esa misión, añadió, “no es personal” solo, sino “comunitaria”. Se lleva a cabo en red con otras familias religiosas e incluso con otros grupos sociales. Porque “hoy en día no se concibe la vida religiosa si no nos implicamos en las grandes causas que afectan a la humanidad)”, dijo. Toda esa labor social o educativa que el documento capitular define como “misión creadora” debe hacerse “con una mirada global, de manera que contribuya a las grandes causas de la humanidad: la paz, la justicia, la fraternidad, el cuidado de la común o la herida del vacío de sentido”.
Una idea clara de misión es igualmente imprescindible para la buena administración de la Congregación, según destacó Herminia Álvarez, que, como administradora de la congregación, presentó al Capítulo General un estudio sobre la situación económica de las distintas provincias. Lo que está en juego, explicó, es nada menos que hacer que “la misión sea posible”. “Solo si ponemos el objetivo ahí seremos capaces de vivir mejor las decisiones que tengamos que tomar”.
Una idea central que transmitió al Capítulo fue que, para ello, va a ser necesario en los próximos años tomar algunas decisiones no siempre fáciles. La sorpresa para ella fue la buena actitud con la que se recibió este mensaje, desde el enfoque positivo de que una administración transparente, con la necesaria previsión, va a permitir llevar a cabo hoy las acciones oportunas para que la misión resulte viable en el futuro.
A diferencia de ocasiones anteriores, más que dar cuentas de la gestión económica, Hermina Álvarez resaltó que en el último capítulo hubo un claro planteamiento de fondo de intentar mostrar que “todo está conectado”, como subraya el Papa en la encíclica Laudato si’: la economía, la misión, el cuidado del medio ambiente, la justicia social…
La conexión es posible desde una “espiritualidad integral”, tema que fue el eje central de la intervención de Montse Fenosa, del Equipo de Justicia, Paz e Integridad de la Creación.
En Joaquina, dijo, encontramos ya muchos “rasgos fundamentales” de esa espiritualidad integral que se hace indisociable de la vida. Joaquina no pudo hablar de crisis ecológica, porque en su tiempo ese no era un problema, pero sí enseñó “un estilo de vida sencillo, sobrio y solidario con los empobrecidos”, que se alimentaba de “la escucha de Dios”.
Esa escucha resulta hoy imprescindible, añadió. “A veces las Vedruna somos de mucha acción, y necesitamos “buscar tiempos y espacios de silencio para escuchar la realidad, en dialogo profundo con el Señor”. En diálogo, también, con otras familias religiosas, con otras religiones y otros actores sociales con los que resulta hoy imprescindible trabajar en red.