“Joaquina de Vedruna, luz que inspira” fue el título del acto de homenaje celebrado el 17 de mayo en el Teatro L’Atlántida de Vic, en el contexto de la preparación del bicentenario de la congregación, que se celebra en febrero de 2026.
A unos días de la festividad de santa Joaquina, el evento se centró en la figura de Joaquina y cómo su carisma (desde su triple dimensión de sanar, educar y liberar) sigue inspirando a hermanas de cada generación, que encuentran en la fundadora la inspiración que necesitan para responder a los retos de su época.
Mujer a quien le tocó vivir tiempos difíciles, fue sin embargo “capaz de autotrascenderse; supo dar el salto” y, en última instancia, “dedicarse en cuerpo y alma a una obra que, aún sin ella saberlo, iba a durar siglos”, según resaltó la provincial de Europa, María Gracia Gil.
Como Joaquina, también Vedruna, «a través del tiempo, ha sido luz que inspira”, porque “ha sabido ser fiel a ese saber autotrascenderse, con la mirada fija en la realidad, y manteniendo y adecuando en el tiempo esa herencia espiritual recibida”.
Hoy, “hacer que Vedruna siga siendo luz que inspira dependerá de nuestras acciones y decisiones, atentos a lo que viene de dentro, pero muy atentos a lo que nos llega de fuera, con los pies firmes en las raíces, pero con los brazos alargados y dispuestos para abrazar lo que está más allá”, concluyó.

Palabras de María Gracia Gil al final del acto
La alegría y Jesús anonadado
Las palabras de la provincial de Europa sintetizaron el mensaje de la presentación “Joaquina, luz que inspira”. A partir de citas y referencias a la vida de la fundadora, se fue dando paso a testimonios de hermanas de las antiguas provincias de Europa, hoy unificadas, que contaron qué les sedujo del carisma de Joaquina, qué les inspira y cómo imaginan el futuro de ese carisma.

Sisita Fiol
A Narcisa Fiol lo que le atrajo fue ante todo la “alegría profunda” de Joaquina, fundamentada en la espiritualidad trinitaria que caracteriza su mística. Es la alegría que Joaquina dejó en herencia a sus hijas espirituales, y que Narcisa Siol, “Sisita”, cultiva como un tesoro.
Juana M. Santesteban coincide en señalar la alegría como principal legado del carisma de Joaquina. “Es la principal virtud”, dice, lo cual, sin embargo, no es incompatible con su devoción al “Jesús anonado”. Es el Jesús de la cruz, pero también el que tuvo tantos momentos de soledad, traición y sufrimientos, y quien, por eso, se vuelve “anonadado, sin nada, vacío, solo, sufriente”.

Testimonio de Rita Aragón
Rita Aragón, de la generación más joven de hermanas, resalta cómo le sedujo de Joaquina su combinación de vida de oración y de comunidad, y su atención y disponibilidad para responder a las necesidades de su entorno. “Ver más de cerca a Joaquina me ha ayudado en mi relación con Dios, con ese buen Jesús del que tanto hablaba ella”, dijo. Todo ello “hace que hoy yo me pregunte cómo quiero estar en mi vida. Como carmelita de la caridad Vedruna quiero también ayudar a los demás y estar en el mundo de una manera concreta”.
Para Teresa Carrió, Joaquina fue “una mujer fuerte y valiente” que “nos enseñó a descubrir a Dios en la vida misma, y a leer el Evangelio desde la vida”.

Finan Hernández

Mamen Ruiz Barrena
Finan Hernández Turro relató cómo las cartas de Joaquina le ayudan a comprender la sensibilidad y el modo en que trataba a las personas, “siempre al servicio de los que más le necesitaban”. De manera análoga, recuerda, al conocer la congregación, lo que más le llamó fue “la entrega de las hermanas a los enfermos” en el Hospital de Granollers. “Trabajaban noche y día al cuidado de los enfermos”, resaltó.
Mamen Ruiz Barrena, desde su experiencia como laica Vedruna y, en particular, desde su trabajo en el centro en la residencia Vedruna San Fernando, de Cádiz, índice también en la atención de Joaquina a las personas más vulnerables. “Cuando Joaquina velaba a sus enfermos en las casas de caridad, los cogería de la mano, los miraría, les daría paz y serenidad…”, imagina. Y resaltó como esa visión resulta para ella especialmente inspiradora en el acompañamiento de las personas al final de su vida.

Adelaida Moreno
En definitiva, “acoger la persona sin condiciones, la escucha, humanizar la humanidad” es uno de los principales legados que dejó Joaquina, afirma Adelaida Moreno en otro de los testimonios. Ese sigue siendo el reto hoy para Vedruna. Si en época de Joaquina las primeras hermanas “fueron referentes de fe, nosotros hoy tenemos que ser referente de ese Cristo que humaniza, que salva, que cura, que sana, sin condiciones”.
“Todo es lo que era… pero diferente”

Teresa Carrió
Sobre muchos de los testimonios sobrevuela a la difícil situación generada hoy por la demografía en la sociedad y en la Iglesia, traducida en una drástica caída de las vocaciones. En esta situación resulta especialmente iluminadora la experiencia de Joaquina. “Alguien podría decir: nada es lo que era. Pero yo diría: todo es lo que era, pero diferente”, piensa Teresa Carrió. “La vida de Joaquina también fue un cambio constante, se adaptó a las circunstancias de cada momento: circunstancias familiares, políticas, también circunstancias sociales, circunstancias espirituales…”., y “todo eso es una buena referencia para nosotras. ¡Qué lección de pluralidad, tan necesaria hoy! ¡Qué lección de comprensión, de tolerancia, de apertura! ¡Qué lección de aceptación de las diferencias, y qué lecciones de realismo, de tener los pies en el suelo! Muy propio, creo, de Vedruna: la adaptación, el pluralismo, el respeto a cada persona… Forma parte de nuestra herencia. Pienso que esto nos ayuda a sentirnos parte de la gran familia humana”.

Juana M. Santesteban
Para Juana M. Santesteban, esa lección se traduce en no tener miedo a “arriesgar, ser valientes, muy libres, resolutivas y creativas”. Las nuevas generaciones de hermanas “deben vivir el carisma en lo fundamental”, pero “no deben copiar: siempre las fotocopias son peores que el original”. Por eso, “tienen que ser creativas, originales, como capten ellas que la sociedad de su tiempo les necesita”.
Lo esencial, en todo caso, no es el número, cree Rita Aragón López. “A veces parece que es hemos sido muchas hermanas, hemos sido potencia a nivel educativo…”, y la situación actual obliga a “volver a lo esencial, a las raíces, a Joaquina… Si leemos” el momento actual “desde los inicios, nos enseña que se empezó con poco, confiando”. De igual modo, “las que seamos, la familia que estemos, podremos hacerlo desde la confianza de que, si es obra de Dios, todo irá bien”.

Una de las interpretaciones de Ain Karem

La Coral Cabirol, de Vic
Palabras de María Gracia Gil al final del acto:
No se trae la lámpara para meterla debajo del celemín, no es para ponerla en el candelero. Nuestra historia como Familia Vedruna es algo ya sucedido, es anterior a nosotros, ya es historia de la vida, ha escapado, está fuera de nuestro control y voluntad. Pero no puede separarse de la lectura que nosotros y nosotras hacemos hoy y que produce significados imprevistos. Sabemos que joaquina y, a través del tiempo, Vedruna ha sido luz que inspira, y sabemos que vivimos en un mundo narrado que nos convierte a todos y todas en actores de un gran relato. Por esto es oportuno relatar Vedruna desde Vedruna. Somos quienes conocemos y sabemos la historia y, aunque hemos de prestar atención a lo ya dicho, no podemos dejar de prestar atención a lo que aún queda por decir, abiertos a lo que procede de dentro, pero muy abiertos a lo que viene de fuera.
¿Podemos universalizar nuestro relato? Podemos traer y hacer servir convicciones de otras personas ajenas a Vedruna y comprobar si podemos vincularlas a una vida y a una historia, la nuestra, conocida y hecha relato.
Traemos dos pensamientos de 2 personas ajenas totalmente a Vedruna: un superviviente de Auschwitz y un maestro espiritual. Dice Víctor Frank: “Ser persona humana significa trascenderse a sí misma. La esencia de la existencia humana yace en su autotrascendencia. Ser persona humana significa desde siempre estar preparada y ordenada hacia algo. hacia alguien, entregarse a una obra a la que te dedicas, a un ser al que amas o a Dios, a quien sirves”. Y Swami Udasin nos alerta de que no es la acción externa la que cuenta sino el móvil, el motivo interior que lo inspira.
Dos personajes significativos en otros contextos. Uno sabe del dolor propio y ajeno, y el segundo sabe de acompañamiento espiritual. Los dos, con similitudes con la trayectoria de Joaquina. Ambos nos ayudan y nos confirman sin dudarlo que Joaquina fue auténticamente humana porque fue capaz de autotrascenderse; supo dar el salto y estar preparada, ordenada hacia Dios al que sirvió, a su familia biológica y espiritual, a las que amó, y dedicarse en cuerpo y alma a una obra que, aún sin ella saberlo, iba a durar siglos.
Y todo ello desde el impulso interior de trabajar por la gloria de Dios y el bien del prójimo. Su obra, llevada a cabo por tantas personas a través de los años, ha sabido ser fiel a ese saber autotrascenderse, con la mirada fija en la realidad, y manteniendo y adecuando en el tiempo esa herencia espiritual recibida.
No podemos olvidar que Vedruna ha sido y seguirá siendo más que las personas que la formamos. Es un cuerpo, una familia consolidada, pero necesita seguir teniendo personas capaces de autotrascenderse, de ver e ir más allá de lo propio y descubrir esa inspiración con la mirada puesta en un horizonte amplio universal.
Hoy somos nosotros, somos nosotras. Este es nuestro tiempo, que a su vez es continuidad y comienzo. Aprender del pasado, escucharlo, darle un nuevo significado y soñar, renovar perspectivas, fuerzas y esperanzas para el futuro.
Hacer que Vedruna siga siendo luz que inspira dependerá de nuestras acciones y decisiones, atentos a lo que viene de dentro, pero muy atentos a lo que nos llega de fuera, con los pies firmes en las raíces, pero con los brazos alargados y dispuestos para abrazar lo que está más allá.
Esto es lo que deseamos. Seguimos con ánimo, iniciativa y diligencia. Seguimos preparándonos, en camino hacia la gran celebración de febrero del 2026. Muchas gracias y buen camino.