El 19 de diciembre de 1826 Joaquina de Mas y Vedruna, “deseosa de trabajar por la gloria de Dios y bien del prójimo”, pedía autorización al obispo de Vic, Pablo Jesús Corcuera, para “abrazar algunas almas pobres que están abrasándose en amor de Dios y quieren ser religiosas, pero como son pobres y no tienen medios ni lugar en los conventos de religiosas de pobreza, se están sin poder desahogar su amor con el buen Jesús”.
“Por lo tanto –añadía–, le suplico me conceda permiso para abrazar en mi casa algunas almas que con el trabajo y algunas limosnas podrán mantenerse y abrazar la pobreza siguiendo a nuestro Maestro Jesucristo, y también podrán vivir como religiosas”.
Acaba de cumplirse el bicentenario de este texto, conocido como la Carta Fundacional. La Provincia Vedruna Europa ha conmemorado esta efeméride en un encuentro-oración guiado por Loli Fernández y Geraldyn Carrero, dos referentes en la pastoral juvenil de la Provincia.
El encuentro se planteó como una invitación a “revivir y reavivar la llamada nuestro carisma”, volviendo la mirada a un momento en el que, hace doscientos años, se plasman las primeras pinceladas nucleares de lo que va a ser nuestra familia. ¡Cuántos de los rasgos aquí reflejados los reconocemos como propios!”, resaltaron, aludiendo al texto de la Carta. “¡Cuánto de esto deseamos seguir viviendo cada día con quienes nos sentimos y con quienes somos Vedruna! Esta tarde vamos a volver a las raíces de nuestro carisma, a ese sello fundacional que el Espíritu puso en el corazón de Joaquina y que hoy nos hace a cada uno y a cada una prolongación de su obra”.
Fue un ejercicio de memoria agradecida, y también de reflexión sobre de qué manera siguen siendo hoy las hijas espirituales de Joaquina mujeres “pobres y comprometidas con los pobres”, a la vez que “orantes y contemplativas”.
Amor a Dios y al prójimo –insistieron Geraldyn Carrero y Loli Fernández– son inseparables en Joaquina. Hoy su abrazo a la humanidad sufriente sigue extendiéndose a quienes más lo necesitan, ya sean los niños y adolescentes migrantes, las personas al final de la vida, las mujeres solas o los jóvenes en busca de sentido. Volver «al corazón de Joaquina» en el bicentenario de la fundación de la Congregación es una ocasión privilegiada para seguir siendo, con fuerzas renovadas, «una prolongación de su obra».