La comunidad Vedruna participa en el programa ‘Cultivando salud. Comunidades promotoras de bienestar’, mano a mano con las instituciones y el robusto entramado asociativo local.
El barrio de Suerte de Saavedra, en Badajoz, es de esos que suele aparecer con mucha frecuencia en prensa, pero en la sección equivocada, en una que a ningún vecino le gusta ver su calle reflejada: los sucesos.
Los problemas de exclusión social, marginalidad o inseguridad ciudadana son innegables, pero el barrio puede presumir también de un robusto movimiento vecinal que lucha por mejorar la vida de las personas. Desde hace tres décadas, Vedruna cuenta con una participación significativa, por medio de Paloma Castro y Pilar Cuevas. Desde la convicción de que la mejor forma de trabajar es siempre en red (“Si no, no se consigue nada”), ambas hermanas Vedruna llevan a cabo una intensa actividad en entidades como la parroquia y la Caritas local, una asociación de jóvenes, un grupo de mujeres o la asociación de vecinos.
“Nos conoce todo el mundo”, resalta Paloma, quien destaca la colaboración habitual con trabajadoras sociales del Ayuntamiento, el centro de salud o los centros educativos de la zona.

El vigor de este tejido vecinal en un contexto de riesgo de exclusión social explica que la ONG Farmacéuticos Mundi se fijara en Suerte de Saavedra para implementar el programa de salud comunitaria ‘Cultivando salud. Comunidades promotoras de bienestar’, financiado por la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AEXCID).
Se han implicado, cuenta Paloma Castro, “todas las fuerzas vivas del barrio”, desde el Ayuntamiento a las iglesias, pasando por el tejido asociativo local y las ONG con presencia en la zona, en particular la Fundación Secretariado Gitano. La Comisión Comunitaria de Salud, operativa en el barrio desde quince años, es la encargada de la coordinación entre las distintas entidades. Esta colaboración constituye, para Farmacéuticos Mundi, un ejemplo de “buenas prácticas” de “participación comunitaria” y “convivencia intercultural”.
Paloma Castro destaca la pertinencia del proyecto. A los problemas de las familias y del vecindario para afrontar los problemas habituales de salud y atención a la dependencia por su bajo nivel de renta, se suman cuestiones específicas asociadas a situaciones de exclusión social, vinculadas a la pobreza, a la droga o a enfermedades mentales como la ludopatía.

“Muchos están en la calle y no tienen a nadie”, cuenta. “También visitamos a personas enfermas en sus casas o en los hospitales”. Otra de sus actividades habituales relacionadas con la salud son las formaciones en el contexto del trabajo con niños, niñas y adolescentes, o con el grupo de madres jóvenes, incluyendo muy especialmente la dimensión preventiva, en aspectos como la higiene o los buenos hábitos diarios, ahora con apoyos de personas cualificadas, como sanitarios y expertas en salud mental, que acuden a ofrecer charlas.
“La salud lo toca todo”, resume Paloma Castro.
Cuando se le pregunta por la función que llevan a cabo Pilar Cuevas y ella en el programa, duda unos momentos. La respuesta larga incluye una larga enumeración de actividades. La respuesta corta, sin embargo, resulta suficientemente elocuente: “Es… vivir aquí”.
Más información en: https://farmaceuticosmundi.org/cultivando-salud-extremadura/