Presupuestos, nóminas, tablas dinámicas y calendarios repletos de plazos: las hojas de cálculo son parte del día a día de la Oficina Técnica de la Fundación Vedruna Catalunya Educació. Y Begoña Cencerrado Carpio es la responsable. Nacida en Alcázar de San Juan, en Ciudad Real, en 1982, estudió el primer curso de Administración y Dirección de empresas en la Universidad Complutense de Madrid. Luego continuó sus estudios en Alicante y en Barcelona. Actualmente vive en el barrio de Collblanc, en Hospitalet de Llobregat. Lleva 9 años trabajando en Vedruna.
¿Cómo viniste a parar aquí?
Vine a trabajar a Barcelona y el primer trabajo fue en Vedruna. Estaba haciendo el Postgrado de Contabilidad en el Centro de Estudios Financieros, cerca de la escuela de Hostelería. Hice prácticas 3 meses en una asesoría en la calle Gran de Gràcia. Y al terminar me hablaron de una oferta de trabajo de un puesto que podía interesarme. Envié el currículum sin saber que era necesario hablar catalán.
hablarse catalán.
Ahora lo hablas perfectamente. ¿Cómo fue?
Llevaba un año aquí, y en la entrevista me preguntaron si estudiaba catalán. Y sí, estaba haciendo los cursos de catalán que ofrecía el Ayuntamiento a través del Consorcio de Normalización Lingüística. No me importaba aprender otro idioma. Y así fue: me contrataron en la Fundación Vedruna de Barcelona.
¿Alguna anécdota de la llegada?
Empecé en 2015, en mayo, que es el mes de santa Joaquina. Cada día llegaba a casa y decía: «Hoy hemos celebrado el cumpleaños de mi jefe». Al día siguiente, la patrona. Y me preguntaban: “¿Siempre tenéis fiesta?”. Sí, aquí todo lo celebramos. Aquí se me ha contagiado la alegría, la pasión, la ilusión con la que hacemos las cosas. Yo también tengo ese carácter positivo y optimista. Al llegar no sabía quién era Joaquina de Vedruna. Con el tiempo he conocido todo lo que representa y hoy valoro sentirme parte de la familia Vedruna.
¿Cómo te ha ayudado a trabajar aquí?
Vedruna me ha enseñado a mirar y a interpretar los números no solo con la cabeza, sino también con el corazón. Una de las primeras cosas que recuerdo es que no cuadraban las becas comedor en Vedruna Àngels. Y Roser, la secretaria, me decía que si no tramitábamos la beca a estos niños quizás no comían en todo el día. Cuando hay una problemática detrás, haces los cálculos con otra mirada.
¿Qué trabajo hacéis en la Oficina Técnica?
Nosotros nos encargamos de la gestión laboral y económica de la Fundación. Este es nuestro objetivo profesional. Y nuestra misión es ayudar a las escuelas. Vivimos en un entorno muy cambiante en lo que se refiere a las leyes y la normativa, y hay que estar muy atentos a la actualidad jurídica. Cuando tenemos un tema ordenado, toca empezar de nuevo cada curso. Nuestro mundo profesional está cargado de burocracia y exige mucha inmediatez. El plazo es estricto.
¿Qué destacarías de tu responsabilidad al frente de la Oficina Técnica?
Aquí el gran reto son las personas. No siempre tengo solución a los problemas que me plantean los compañeros, pero trato de ayudarles y acompañarles. Las tareas de realizar una nómina, un balance… esto ya hay profesionales que saben hacerlo. Lo que genera la diferencia es estar al lado de todos.
¿Cómo transmites esta forma de trabajar en el equipo?
El mensaje de Joaquina me sirve para orientarme y dar sentido al trabajo que hacemos día a día. “Todo por amor, nada por la fuerza”: te lo vas repitiendo. A los compañeros nuevos les pregunto cuál es su frase favorita y me gusta ver que cada uno tiene la suya. A veces es difícil ver el sentido de lo que haces. Necesitamos detenernos, reflexionar sobre qué hacemos y pensar cómo podríamos mejorarlo.
Fundación Vedruna Catalunya Educació
Tomado de vedruna.cat