“Debemos ser creativos y cambiar nuestras estructuras”; “organizarnos mejor para posibilitar esa escuela samaritana que sueña el Papa”, dice la Vedruna Dolors García, directora de Pastoral de Escuelas Católicas.
Sumarse al Pacto Global que promueve el Papa tal vez signifique para la escuela católica “hacer más cambios de los que creemos que tenemos que dar, y esto nos cuesta mucho”, porque implica abandonar “nuestro reinado”, salir de la propia zona de confort, afirma la religiosa Vedruna Dolors García, directora del Departamento de Pastoral de Escuelas Católicas.
En una “Quedada Fest” organizada por la Fundación Santísima Trinidad, García comenzó citando a Martin Luther King, para quien “vivir juntos como hermanos es todo un arte y todo un reto”. Del mismo modo, la propuesta del Pacto Global implica salir del propio ámbito para unir fuerzas con otros actores y, con ellos, tratar de construir “una sociedad más samaritana”. Por ejemplo, en lugar de “preguntarnos qué puede ofrecer mi escuela al barrio”, el reto debe ser, “si tenemos tantos colegios y asociaciones alrededor, juntos, qué podemos también ofrecer”.
Claro que “pactar con gente diferente” genera resistencias. “A mí personalmente me es mucho más fácil relacionarme con la gente con la que me encuentro querida”, pero hay vida mucho más allá, prosiguió Dolors García.
Lo primero es ponerse a la escucha, individual y comunitariamente, de lo que Dios pide de cada obra educativa católica. Y no tener miedo si resulta que “quizá hay que hacer más cambios de los que creíamos que teníamos que dar”.
La hoja de ruta para poder tener verdadera incidencia es la encíclica Fratelli tutti, en la que Francisco recuerda “las personas tenemos el deber de ampliar nuestro circulo y dar a nuestra capacidad de amar una dimensión que debe traspasar los prejuicios y las barreras históricas y culturales”, afirma García. De ese modo, podrán “generarse encuentros que generen otros encuentros”, y de este modo se vayan generando esos cambios sociales.
Toca, sin embargo, buscar formas para aplicar “toda esa teoría que ya conocemos tan bien”. “Debemos ser creativos y cambiar nuestras estructuras”; “organizarnos mejor para posibilitar esa escuela samaritana que sueña el Papa”, cree la responsable de Escuelas Católicas.