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Gracias, creyentes LGTBI alemanes

Gracias, creyentes LGTBI alemanes

¿Por qué tanto empeño en el rechazo, en la condena? ¿Por qué tanto “mal-trato”? ¿Hasta cuándo…?, preguntarían los salmistas.

Al despertar ayer, viajé a Alemania escuchando la protesta contra la “discriminación” vivida por pertenecer al colectivo LGTBI realizada por miembros de la Iglesia católica [1]. Recordé  mayo del año pasado cuando nos llegaron noticias de las bendiciones realizadas a parejas homosexuales y lesbianas desde este mismo país [2]. Bien sabemos que fueron, en parte, una reacción alResponsum de la Congregación para la Doctrina de la Fe que, varios meses antes, respondió negativamente a la pregunta por bendecir uniones de personas del mismo sexo declarando que la Iglesia “no bendice ni puede bendecir el pecado”[3].

Me brota un gracias a estos miembros de la Iglesia que nos interpelan sobre una discriminación de la que ojalá ni hubiese que hablar. Al hilo de su protesta, me sale escribir algunas palabras, para nombrar también esta realidad en nuestras redes de la Familia Vedruna.

El año pasado al leer el Responsum, sentí dolor y no entendí el porqué de este empeño en tratarla homosexualidad como pecado, manteniendo términos que deshumanizan, juzgan y siguiendo una línea ya desfasada con lo que vive la sociedad. Es como si intentasen negar, silenciar, rehusar, una realidad ya presente en nuestra Iglesia, nuestras familias y grupos. ¿Por qué tanto empeño en el rechazo, en la condena? ¿Por qué seguir afirmando que tenemos que ayudar a la persona homosexual a que “se deje cambiar por Él” como viene escrito en el Responsum? ¿Todavía se cree que la homosexualidad se elige, que se puede cambiar? ¡Cuántas hermanas y hermanos perseguidos, asesinados o que se suicidaron por ser homosexuales, lo hubieran deseado! «Estamos hablando de algo que se es y no dejar ser es ejercer violencia contra los demás» [4]. ¿Por qué tanto “mal-trato” de parte de algunos responsables de cuidar de la Iglesia? ¿Hasta cuándo…?, preguntarían los salmistas.

Gracias a Dios, sí, gracias a Él, hay muchas otras personas que no ejercen esta violencia y cuidan de todos los que componen este pueblo de Dios. Creo en esta Iglesia a pie de calle que bendice, acoge, hace realidad lo de ser familia, pueblo, haciendo habitables las afueras, reconociendo y permitiendo a las personas desde la orientación sexual en la que se viven, ser parte de la zona visible, sin tener que ocultarse por miedo a ser rechazada o estigmatizada.

Personalmente, busco formar parte de quienes deseamos propiciar contextos donde es posible tejer conversaciones sobre la diversidad sexual, posibilitar el espacio para la palabra, acompañar esta palabra y es más, para deshacer algunas interpretaciones erróneas de la Palabra de Dios que la tradición fue clavando en la carne de quienes tenían una opción distinta a la postura dominante y poca posibilidad de alzar la voz. La Biblia no puede servir de fundamento al rechazo o la condena de la persona homosexual o lesbiana por la Iglesia. Hacerlo seríainterpretar los textos olvidando el contexto socio-cultural en el que fueron escritos. Sería también olvidar en el origen, la identidad honda de ser criaturas de Dios creadas por Su Palabra (Gn 1-2), y en el horizonte, olvidar la proclamación de Pablo de que las divisiones excluyentes  desaparecen a favor de la diversidad en una comunión de amor (Gal 3,27-28).

No son pocaslas personas, pienso especialmente en jóvenes, con quienes, en la Familia Vedruna vamos dialogandosobre este tema, posibilitando que cada cual se nombre en lo que le va configurando. Eso, sin regular sus discursos e imposibilitando decir su identidad, permitiendo que puedan expresar lo que viven también en su mundo afectivo y relacional, aspectos tan fundamentales de nuestras vidas. Sabemos que eso es liberador, puede desencadenar procesos, o simplemente, hacer bien.

En estos tiempos en el que se nos va preguntando para el Sínodo sobre la Iglesia que queremos, uno de mis deseos es que se escuche la Palabra de Dios en su raíz y se reconozca la diversidad de nuestra Iglesia de la que forman parte personas hetero- y homosexuales. En la misma línea que se nos invita en el documento capitular a reflexionar sobre la dignidad humana y la diversidad y a “no evadirnos de esta realidad ni mantener actitudes ingenuas” (FVCPA, 33). Desde esta invitación hay muchos más temas que reflexionar, hoy quería nombrar este.

Valérie Squire

[1]https://twitter.com/telediario_tve/status/1485622439266693131

[2]https://www.eldiario.es/sociedad/cientos-curas-alemanes-bendicen-miles-parejas-gays-no-vaticano-uniones-homosexuales_1_7919054.html

[3]https://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/documents/rc_con_cfaith_doc_20210222_responsum-dubium-unioni_sp.html

[4]Recomiendo la lectura del libro A.A.V.V., Homosexualidades y cristianismo en el s. XXI, ed. Javier de la Torre, (Madrid: ed. Dykinson, 2020) y especialmente del artículo de Olga Belmonte “El reconocimiento de la homosexualidad” del que está extraída esta cita.

Fecha

enero 26, 2022

Categoría

Opiniones