La religiosa Vedruna Dolors Garcia Gispert, directora del Departamento de Pastoral de Escuelas Católicas, aborda los principales retos que afronta hoy la escuela católica. Su artículo “El estado del agua: algunos desafíos de la pastoral en nuestros centros hoy”, publicado en la revista de la institución, ve la luz después de meses de reflexiones junto a los asesores de las comunidades autónomas, coordinadores de pastoral y círculos de escucha, a la luz de la instrucción “La identidad de la escuela católica para una cultura del diálogo”), de la entonces Congregación para la Educación Católica, ahora unificado con el Pontificio Consejo para la Cultura.
Entre los retos, menciona la selección de un profesorado que pueda dar continuidad a la misión educativa, la diversidad de la comunidad educativa –que “puede generar tensiones y discrepancias en relación con la identidad y el enfoque educativo”–, el compromiso social del alumnado – “niños que crezcan dando por supuesto que el mundo es necesario cambiarlo y que el ser humano es agente de cambio”; “jóvenes que no retiren su mirada ante las dificultades e injusticias”–, el contexto legislativo y los cierres o cambios de titularidad de centros.
Para dar continuidad a la misión educativa resulta hoy fundamental la implicación del profesorado, buscar espacios “donde poder compartir nuestra vocación educadora”, lo que, previamente, exige “apostar por una formación experiencial que pueda cuidar la vocación recibida o suscitar el encuentro con aquellos que aún no conozcan el ‘desde dónde’ hacemos lo que hacemos”, procurar que haya “formaciones que toquen el corazón”.
El hilo conductor a las soluciones que plantean todos estos retos es “estar muy atentos a lo que la Ruah Santa está suscitando hoy con fuerza: sinodalidad y Pacto Educativo Global, que nos pone en esta clave de dialogar unos con otros, de salir al encuentro”. De este modo, “se busca actualizar la presencia de Jesús en la realidad, transmitiendo una imagen de Dios que sea relevante y significativa para las personas en su vida cotidiana, sean creyentes o no”.
Dimensión imprescindible es también la colaboración entre los agentes educativos católicos. “Por eso se hace cada vez más necesario promover un Pacto Educativo Global que nos vaya vinculando y generando alianzas con otras entidades afines para que, ‘en medio de la debilidad podamos hacernos fuerte’ en el envío. Si alguien se debilita, lo que se debilita en el fondo es un lugar donde poder anunciar el mensaje del Reino. La situación no es fácil pero si no pactamos, si no nos ayudamos, dejamos de ser testimonios directos de lo que decimos anunciar”.