Desde muy pequeña Maria Arumí i Blancafort tuvo clara su vocación religiosa, pero su confesor le aconsejó esperar.
Tras recibir una educación Vedruna, su vocación se mantenía firme, pero su padre consideró que Maria seguía siendo demasiado joven para el noviciado.
Continuó con su vida: “Hice amigas y amigos, también algún pretendiente”. Vio claro entonces que no podía seguir esperando más. “Pienso que quizá por eso y por miedo a que me desviara de la vocación a la vida consagrada se aceleró mi entrada en el noviciado”, cosa que finalmente se produjo el día del Sagrado Corazón de 1950.
De aquello acaban de cumplirse 75 años. La página web de la Congregación Vedruna ha celebrado esta larga vida de entrega, recogiendo el testimonio de la hermana Maria Arumí.
También ella siente que tiene muchos motivos para dar gracias “por todo lo que he recibido, que ha sido mucho, y todo lo que he podido dar”.
“En este camino -afirma- me han acompañado muchas personas: mi familia de sangre, la Familia Vedruna y otras muchas personas, muchas. Todo fue gracia”.
Testimonio completo en Vedruna.org