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Pilar Lledó: “La Familia Vedruna lleva en sus genes el talante de la sanación y el cuidado”

Pilar Lledó: “La Familia Vedruna lleva en sus genes el talante de la sanación y el cuidado”

Laica Vedruna y durante muchos años enfermera de profesión, las dos vocaciones son una sola para Pilar Lledó. “Ante un proceso de enfermedad – dice en esta entrevista–, tan necesario es un buen diagnóstico y tratamiento, como un gesto amable, una caricia, una mirada de comprensión, unas palabras de aliento que ayuden a que la persona sienta la fuerza que ya hay en ella, para su proceso de sanación”.  

 

¿Qué ha aportado tu vocación de laica Vedruna a tu trabajo en enfermería?

La imagen que tenemos de Joaquina de Vedruna, por su carisma heredado y por todo lo que conocemos de su vida, es la de una mujer adelantada a su tiempo. Si miramos la definición de salud, según la Organización Mundial de la Salud, se habla de “estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”. Si miramos los orígenes de la congregación, más de 100 años antes de que la OMS diera esta definición, vemos que, desde el principio, hay tres aspectos, tres expresiones, muy vinculadas con esta definición de la OMS, que van marcando el estilo propio de una manera de vivir, de situarse ante la realidad: sanar, educar y liberar.

Muchos años antes de pronunciar mi compromiso laical (en esa época en la que buscas encontrar tu lugar en el mundo, tu vocación), ya me sentía tocada por el carisma Vedruna. Elegir dedicarme a la enfermería fue fruto de ese deseo de trabajar acercándome a las situaciones de vulnerabilidad de las personas, y Joaquina fue maestra en esta labor.

Claro que esto fue solo el principio de un camino que a lo largo de tu vida personal y profesional se va perfilando, unificando quizás en una sola palabra, “vocación”. Cuando descubres que la vocación no se refiere solo al ámbito profesional, sino que es justo lo contrario, el ámbito profesional es convocado por otro concepto más amplio, que es el “sentido”, el “propósito” de tu vida en la tierra. Todo alcanza una plenitud diferente.

En estos momentos, la respuesta a qué ha aportado mi vocación laical Vedruna a mi trabajo como enfermera solo es posible si miro el conjunto de los aspectos de mi vida, englobados por una sola forma de querer estar y relacionarte “en” y “con” el mundo,

¿Cómo te definirías entonces?

Soy hija, esposa, madre, hermana, amiga, enfermera… Y en esa búsqueda de formas de relación, es donde el carisma Vedruna se hace vocación, dando unidad a todo mi proyecto de vida. Es cierto que este proceso no acaba nunca, estamos llamados a revisar, acoger, discernir, interiorizar todas las experiencias de vida que nos surgen a diario y en ellas descubrir el talante propio de nuestro carisma, al que nos sentimos llamadas y llamados.

A lo largo de toda la historia de la Congregación, vemos como priorizar el valor de la persona y de la persona contemplada de forma integra ha sido y es el hilo conductor, el móvil de todas las acciones. Aunque pueda parecer en un principio que esos tres espíritus carismáticos, sanar, educar y liberar, estaban separados como por tareas, la verdad es que la trayectoria, el recorrido hecho lleva a tener muy claro que los tres están profundamente entrelazados y que sanando se educa y libera, educando se sana y libera, y liberando se sana y educa. Nada más cerca de esa “humanización de la salud” de la que tanto se habla desde hace ya muchos años.

Tu vocación Vedruna ha enriquecido tu vocación de enfermera. Y a la inversa, ¿dirías que tu trabajo ha enriquecido tu fe?

Estas dos primeras preguntas, parecen la cara y cruz de una misma moneda. Y es que nada se da por separado, las personas que nos sentimos llamadas a seguir el mensaje de amor de Jesús, sabemos que la fe no se puede vivir en solitario, que necesita de una comunidad para su expresión y crecimiento. Necesitamos el contacto con los demás para aterrizar, palpar ese encuentro con Jesús, en este sentido me siento privilegiada y sumamente agradecida por los medios que la vida ha puesto a mi disposición.

Los procesos de enfermedad y muerte son momentos de mucha vulnerabilidad en el ser humano, todo queda descolocado, interrumpido por una situación inesperada y la mayoría de las veces incomprensible. ¿Cómo mirar esta vulnerabilidad, como acompañarla? Pues es cuando más entiendes la necesidad de trascendencia del ser humano, la necesidad de que todo nuestro ser vaya a la par sin dejar nada de lo que somos por el camino. Y somos seres físicos, sí, pero también tenemos un cuerpo emocional y un cuerpo espiritual. En estos momentos de la historia, en los que vemos muchas veces que la salud es considerada como un fin y no como un medio, cuando el ritmo de nuestra sociedad parece que nos empuja más, a aprender a sobrevivir que a experimentar una vida plena, cuando la fragilidad aparece constantemente provocando dolor y sufrimiento, es cuando más clara ves la necesidad de descubrir y experimentar “algo” que esta por encima de eso, la necesidad de potenciar nuestro ser espiritual, tantas veces ignorado.

¿Qué crees que ayuda más a una persona que afronta situaciones difíciles como las que describes?

Ante un proceso de enfermedad, tan necesario es un buen diagnóstico y tratamiento, como un gesto amable, una caricia, una mirada de comprensión, unas palabras de aliento que ayuden a que la persona sienta la fuerza que ya hay en ella, para su proceso de sanación. No en balde Joaquina insistía tanto en la alegría como principal virtud. Estar alegres, creer confiadamente que ese momento es también un proceso de aprendizaje lleva a la persona a situarse en las mejores condiciones para atravesar de forma sana, valga la redundancia, su propio proceso de sanación

¿Humanizar la salud no solo es más gratificante tanto para pacientes como para el personal sanitario, sino también más eficiente para el propio modelo sanitario?

Comprometerse en procesos de humanización a todos los niveles de convivencia e interacción indudablemente va a ser beneficioso para todas las partes implicadas. Humanizar los cuidados en el ámbito sanitario no es tarea fácil, son muchos los factores que intervienen, humanos, tecnológicos, organizativos, y encontrar un equilibrio satisfactorio entre todos ellos, requiere buscar estrategias que prioricen ante todo la dignificación de la persona y esto pasa por el reconocimiento de su ser único, merecedor de una atención personalizada y una escucha de sus necesidades concretas, no sólo de las que el personal sanitario crea que necesita.

Los progresos tecnológicos y científicos han supuesto un avance muy importante en el campo de la salud, también la necesidad de humanizar nuestras actuaciones ha emergido con más fuerza en los últimos años y más aún a raíz de la pandemia vivida. La sensibilización ante tantas situaciones de sufrimiento y pérdidas y ante nuestra propia vulnerabilidad nos ha llevado al menos, a entrar en nuevas dinámicas de reflexión.

Los cambios en atención sanitaria no pueden ser unidireccionales, precisamente por el gran abanico de aspectos que intervienen en la consecución de ese fin último, que es el bienestar a todos los niveles de todos los implicados, pacientes y cuidadores. Tal vez el reto consista en conjugar bien una medicina que, a veces, tiende a industrializarse demasiado, con una aplicación de la misma más inclusiva, basada en relaciones interpersonales empáticas, compasivas y respetuosas.

 “Mi salud, mi derecho” es el lema escogido este año por la OMS para celebrar el día mundial de la salud. Como Familia Vedruna, presente en todos los continentes, en situaciones muy diversas, ¿en qué labores de incidencia crees seria más eficaz centrarnos para defender ese derecho?

La Familia Vedruna lleva en sus genes ese talante de sanación y cuidado. Así lo vemos también en los últimos documentos capitulares, que son expresión de la vida que late dentro. De una forma u otra, ahondando en aspectos concretos, la dirección del camino siempre va en la búsqueda del compromiso con la defensa del ser humano y su entorno. No conozco ni un solo proyecto de la Familia Vedruna, en ningún país o continente, que no lleve explícitamente la promoción, la defensa y el trabajo a favor de la dignidad y los derechos de la persona.

Los lemas que cada año presenta la OMS persiguen una toma de conciencia que despierte en nosotros actitudes, tanto a nivel personal como comunitario, que permitan prevenir y resolver problemas de salud, relacionados con todos los ámbitos de la vida, que puedan afectar la integridad y los derechos fundamentales del ser humano.

Hoy en día parece una utopía hablar en estos términos, no parece que podamos hablar de salud como derecho, sin ir a las causas de su ausencia o dificultad para acceder a ella, cuando tantas situaciones de guerra y violación de los derechos “básicos”, entre ellos la atención sanitaria, están siendo soportados por tantas y tantas personas. Ante tanta realidad compleja e hiriente, es importante la creación de redes, involucrarnos, ser parte de esa voz que se empeña en alzarse para defender la justicia, allí donde es más vulnerada.

Tampoco podemos olvidar, las fronteras y periferias a las que nos convoca el Papa Francisco y que claman desde los países más empobrecidos y azotados por la desigualdad y la dominación impuesta, hasta la esquina de nuestro barrio. En la Familia Vedruna sabemos que la misión está en la vida, y en ella optando por los más desfavorecidos. La presencia, el acompañamiento, el trabajo conjunto en tantos proyectos de humanización, el soporte a esos proyectos, la participación en plataformas y organizaciones que buscan el mismo fin son las líneas en las que se mueve la familia Vedruna y por ahí va nuestro camino. También ha dicho el Papa Francisco hace poco, “Hay enfermedades incurables, pero no hay ninguna enfermedad que sea incuidable”. Tampoco hay ninguna realidad, por dura y dolorosa que nos parezca, que sea inacompañable.

Fecha

abril 7, 2024

Categoría

Laicado Vedruna