Una República Democrática del Congo “en ebullición”, donde “el fervor y la alegría se leían en el rostro de todos”. Así relata desde Kinshasa la religiosa Vedruna Amélie Theta el ambiente vivido durante la visita del Papa. “Esta visita reavivó la fe, la esperanza, el consuelo y el consuelo de un pueblo marcado por guerras e injustas atrocidades.
El entonces Congo belga fue el primer país africano en el que se estableció la congregación Vedruna, en 1957, tres años antes de la independencia. Desde entonces cientos de religiosas, buena parte de ellas españolas, han acompañado a la población de este país en sus buenos momentos y en los más duros, en particular durante la sucesión de conflictos armados que, hasta el día de hoy, la golpean desde los años 90 del siglo pasado.
Si la visita del Papa ha servido de escaparate a una Iglesia local con cultura y rasgos propios, con mucho que aportar al resto, también la presencia Vedruna hoy en el país es fundamentalmente nativa. Se reparte entre los barrios de Limete, Kimwenza y N’Djili, en la capital, y diversos pueblos del interior. En estos últimos Vedruna lleva a cabo proyectos de desarrollo rural y sanitarios, en particular asistiendo a mujeres que van a dar a luz. También atiende a población desplazada por la guerra, trabaja en la educación de los niños y lleva a cabo diversos proyectos de pastoral, particularmente con niños y jóvenes.
La misión se ha visto refrendada por la visita del Papa, y en particular por las palabras dirigidas a la vida consagrada y a la Iglesia local, cree la religiosa Vedruna Florence Kupay. “Es un momento histórico de gracia y paz”, afirma. “De su discurso conservamos dos mensajes clave: reconciliación y esperanza. Estos son los pilares de su mensaje a los católicos congoleños. Por eso dijo que África debe ser protagonista de su destino y que cesen todos los grandes países que ponen sus manos en ella”, añade, aludiendo a las duras palabras a los intereses externos que siembran destrucción en el país para rapiñar sus recursos naturales.
Con esos mensajes se queda la religiosa, y con la sensación clara de que Francisco no solamente ha hablado a la cabeza de los congoleños y congoleñas, sino que “su mensaje ha atravesó los corazones”.