Compartimos con nuestra familia Vedruna cómo hemos intentado solucionar algunas situaciones desagradables en el ámbito doméstico con algunos de nuestros nietos, recurriendo a la memoria de nuestra hermana Marisa Moresco.
Hola, familia. Somos Carmeli y Antonio, laicos Vedruna de la comunidad de Sevilla, y queremos compartir con nuestra familia Vedruna algunas de nuestras vivencias como abuelos y describir cómo hemos intentado solucionar algunas situaciones desagradables en el ámbito doméstico con algunos de nuestros nietos, recurriendo a la memoria de nuestra hermana Marisa Moresco.
Ella tenía muchos dones: fiel seguidora de los valores evangélicos, supo sembrar la opción de vivir y entender el seguimiento de Jesús y la identidad del Carisma Vedruna: afable, cercana, intelectual y excelente comunicadora de nuestro Carisma, que tan interiorizado tenía en su alma.
Como santa Joaquina, siempre pendiente de preocupaciones de los demás, cuando coincidíamos siempre decía: “¡Aquí está mi Carmeli!”. No solo a mí. Ella para todas/os tenía una palabra de afecto y ánimo.
Pues con ella y teniendo de fondo algunas de las cartas familiares de santa Joaquina, algún párrafo del Éxodo, y otros de los Salmos 105 y 106, iluminamos lo que queremos compartir.
En las cartas vemos que santa Joaquina siempre estaba atenta a las necesidades de sus hijos, destacando los esfuerzos para mejorar diversas situaciones. Ella, en vez de emplear el rigor, procura tratar con cariño para restablecer un equilibrio y alentar la paciencia y la esperanza.
También intercede removiendo cielos y tierra para conseguir la libertad de su hijo José Joaquín.
Resumiendo mucho los textos citados de Éxodo y Salmos, podemos concluir que, ante el enfado de Dios por la desviación de su pueblo, Abrahán intercede para que Dios aplaque su ira y Él accede. Y en los Salmos vemos un resumen tanto de la historia de Abrahán como de la misericordia de Dios, que perdona siempre.
Pues bien, como cristianos que queremos ser, aunque fallemos a veces, los abuelos también intercedemos con los hijos y nietos ante algunas situaciones desagradables.
Por ejemplo, cuando algún nieto se irrita porque no consigue lo que quiere “a la primera”, o cuando se siente frustrado por algún motivo, hemos recurrido a una “bolsita de lavanda”, que guardamos en recuerdo de nuestra hermana Marisa Moresco.
El caso es que tenemos una nieta de 16 años y un nieto de 12, primos entre sí, que por circunstancias de uno de los modelos de familia que imperan hoy en nuestra sociedad, nuestra nieta tiene ataques de ansiedad de vez en cuando y nuestro nieto tiene ataques de ira. Carmeli y yo estamos aprendiendo a conservar la calma, aunque cuesta.
Y acordándonos de Marisa y de la bolsita de lavanda que guardamos como recuerdo, cuando la nieta primero y luego otro día el nieto han tenido uno de esos ataques, les hemos ofrecido la bolsita para que la oliesen profundamente el tiempo que necesitasen. Ellos, al rato de estar oliéndola, comenzaron a sentirse más relajados y a contarnos más sosegadamente lo que les preocupaba en ese momento. Es entonces cuando tratamos de razonar y hablarles con cariño procurando establecer algún equilibrio con palabras que les hagan ver las cosas con cierta esperanza. Y nos hemos dicho: ¡Marisa nos acompaña!.
“La bolsita de lavanda” la tenemos dentro de una bolsa con una foto de ella y textos alusivos a las propiedades, predilección y fe que Marisa tenía a esta planta aromática. Y la tenemos junto al teléfono, junto al “botón rojo de la Junta de Andalucía para las urgencias médicas”
No sé si decirlo, pero desde que “botón de urgencia, foto y lavanda están juntos”, no hemos tenido que utilizar el botón, aunque sí me han llamado interesándose ellos, al notar que no lo usábamos.
Desde Sevilla un abrazo de Carmeli y Antonio, laicos Vedruna