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Despedida de María a la comunidad «Antonio Machado»

Despedida de María a la comunidad «Antonio Machado»

Desde la comunidad Vedruna de Antonio Machado, os compartimos estas palabras de despedida de Maria. Tras colaborar con nosotros/as puntualmente durante el curso, vino a compartir la vida cotidiana viviendo un mes y medio en casa. Una experiencia que nos ha dejado huella, tanto para esta estudiante de 24 años, como para toda nuestra comunidad.

Tener la certidumbre de que lo vivido ha tenido sentido. Descubrir, entonces, que el valor de la experiencia no se mide por la extensión del tiempo compartido, sino por el saberse tocada por dicha vivencia, aunque breve. Las puertas abiertas de Antonio Machado no dejan indiferente porque son una invitación al encuentro con el otro. El hogar se construye cada día desde la fragilidad, en cada persona que cruza el umbral de la puerta para llegar o irse. Por eso, es trabajo cotidiano permitir que las relaciones puedan ser. En la mesa alrededor de la comida, en los bailes, en las charlas pasajeras o en los encuentros en las habitaciones. Es en estos instantes cuando he podido reconocerme profundamente hermana. Pero solo después de haber identificado también todo aquello que nos separa y a veces dificulta el entendimiento. Para así poder comprender que mi saber está sesgado por mi camino vital. Solamente de esta forma he podido transformar mi estar con los chicos, tratando de dar espacio y ser escucha. Aprendiendo también a callar y a no poner palabras por los demás. Me siento pues afortunada por haber podido vivir el Evangelio, desde la sencillez que Jesús pregonaba. Y es en esta fraternidad que he recibido todo el cariño y amor de esa familia Vedruna extensa en unas semanas revoltosas. Despojándome así de todo subterfugio y encontrando y dando valor a lo más simple pero importante del vivir en comunidad. En las miradas y gestos he podido ver que yo también importaba. Yo también tenía mi sitio. Y el agradecimiento personal a esa vivencia de misericordia y acogida es enorme. A la vez, he sentido que en ellos no reside ninguna obligación de ilustrarnos al respecto de las injusticias del mundo. Creo firmemente que no nos deben nada. Cada uno vive su historia como quiere y puede sin tener que dar lecciones de ello, faltaría más. Está en nuestras manos optar por preocuparnos por esa realidad latente que mata y oprime según en que hemisferio del mundo hayas nacido. Tratar de ser sal y luz del mundo es el camino para la construcción del Reino de Dios en la tierra y la familia amplia Vedruna sazona y es faro, estoy segura.

Siempre agradecida,

Maria Bramona Collet

Cardedeu, 30 de julio de 2021

Fecha

agosto 2, 2021

Categoría

Otras