A petición de varias personas, al inicio de este año 2024, os ofrecemos este recurso para un tiempo largo de reflexión y oración sobre la paz, esa “suprema aspiración de toda la humanidad a través de la historia”[1]. Creemos que se puede utilizar sobre todo de modo individual, en un solo día dedicado a ello o durante varios días, por apartados. Pero también se puede realizar en grupos que habitualmente comparten desde lo hondo o bien, adaptado, para otros grupos.
El esquema es:
1. Nos sumergimos en la realidad desde el silencio.
2. Dejamos que Dios nos acoja.
3. Le acogemos, acogemos Su paz.
4. Suplicamos la mansedumbre.
5. Anunciamos la paz.
6. Acabamos con esta oración, unidas a tantas que anhelan la paz.
En un tiempo convulso donde las crisis y los conflictos a todos niveles se están sucediendo, creemos que nos es muy necesario ahondar en la espiritualidad, para que, desde lo hondo, motive y mueva nuestro modo de vivir armónico, nuestra acción para la paz. La oración nos puede ayudar porque “La oración es sólida y santa fuerza para combatir el odio” como dijo el Papa Francisco. Y “la paz no puede darse en la sociedad humana si primero no se da en el interior de cada hombre, es decir, si primero no guarda cada uno en sí mismo el orden que Dios ha establecido”. [2]
Algunas fuentes bíblicas, así como algunas experiencias y reflexiones eclesiales y carismáticas[3] pueden iluminar nuestro hoy con la sabiduría del profundo conocimiento de nuestra naturaleza humana.
► ♫ Podemos comenzar escuchando este canto (6’34’’):
RUAH, RUAH ALIENTO DE DIOS EN NOSOTRAS
RUAH, RUAH, ESPÍRITU DE NUESTRO DIOS.
1. Espíritu de Dios en nosotras,
derriba los muros antiguos construye una nueva creación,
levanta la ciudad de Dios.
2. No tiemblen tus huesos,
Yo seré tu fuerza,
haré fecundo lo estéril, los lisiados danzarán.
3. Tu fuerza sobreabundará en la humilde pequeñez,
de la raíz de una flor al sabio corazón anciano.
4. Nuestros mayores verán visiones y los jóvenes tendrán sus sueños,
las mujeres profetizarán y al frente irán los pequeños.
5. Sabiduría encarnada en Jesús, gracia que recrea de nuevo,
fuego que prende en la historia, en el centro y en los márgenes.
6. La Creación entera danza y entona un alegre canto,
belleza de días eternos, alabanza de nuestro amante Dios.
7. Raíz del Tronco de Jesé, árbol con brazos tan fuertes,
vida que crece muriendo y revelando la ternura de Dios.
8. Benditas mujeres fuertes como Rut, Sara y Esther,
vincularon generaciones en Espíritu y en verdad.
9. Una llamada a las naciones: “mujeres levantaos,
poneos en pie, naced con nuevo poder. Los humildes poseerán la tierra”.
10. Luchamos a una por la libertad, un mismo latido, canción del Espíritu.
Hermanas en el gozo, en el dolor, antigua y fuerte es nuestra danza.
RUAH, RUAH, ALÈ DE DÉU EN NOSALTRES, RUAH, RUAH,
ESPERIT DEL NOSTRE DÉU.
RUAH, RUAH, JAINKOAREN ARNASA GUGAN,
RUAH, RUAH, JAUNAREN ISPIRITUA.
RUAH, RUAH, ALENTO DE DEUS EN NOSOUTRAS,
RUAH, RUAH, ESPÍRITO DO NOSO DEUS.
RUAH, RUAH, BREATH OF GOD WITHIN US
RUAH, RUAH, SPIRIT OF OUR GOD
1. Nos sumergimos en la realidad desde el silencio
Comenzamos este tiempo de reflexión y oración por la paz con unos minutos para acallar los ruidos y tareas externas, a fin de conectar mejor con nosotras mismas y con la realidad que, a pesar de todo están llenas de Amor. Abrazadas por ese Amor concreto que algunas llamamos Dios, que se hace carne en nuestra realidad y en la de nuestro Planeta. Nos detenemos un rato contemplándole ahí. Concienciamos que estamos en su presencia siempre. Lo estuvimos durante todo este año 2023 que ha acabado, y también en este rato de meditación que comenzamos.
► ♫ Podemos ayudarnos de la respiración pausada, y de un canto meditativo como “Da pacem cordium”. de Taizé (3’20’’):
DA PACEM CORDIUM.
DA PACEM CORDIUM.
PACEM. PACEM.
(Traducción: Danos la paz del corazón.)
2. Dejamos que Dios nos acoja
Dios nos cubre con sus alas, su Amor -Él mismo-, y bajo ellas estamos seguras, como bellamente dice el salmo (Sal 91,4). Cuando acogemos su presencia en la vida, en la realidad, y dejamos que nos acoja, saltamos de gozo a la sombra de sus alas y nuestra alma se enamora, se estrecha a él con fuerte abrazo, su mano derecha nos sostiene, nos toma de la mano (Sal 63,7-8). Cuanto más nos dejamos acoger por su ternura, más se disipan todos nuestros temores. “Donde hay amor no hay temor” nos dice Juan en 1Jn 4,18. Porque nada ni nadie nos puede separar de su Amor (Rm 8,38). Y ese Amor nos posibilita ahondar en el conocimiento de nosotras mismas y de otras. De toda la realidad que nos rodea, toda ella llena de Dios. También aquello que consideramos negativo.
“Dios nos engendra a la vida nueva, nos hace adentrarnos en un modo de vivir distinto que, con Él, haga posible que todo tenga vida en abundancia, personas, comunidades, grupos, pueblos, naturaleza, historia, todo lo creado.” [4] Rompe nuestros esquemas buenos-malos, nosotros-los otros, nuestros esquemas culturales y creencias. Nos despluma de esos muchos significados que atribuimos a las cosas, a menudo sesgados por nuestros prejuicios y nuestras experiencias afectadas, agarradas a lo nuestro, según las vivencias que hemos tenido a lo largo de nuestra vida. Conocernos y conocer, con la sabiduría de lo hondo, en medio de nuestra finitud, es el primer paso para contemplar la realidad más parecida a lo que realmente es y ampliar nuestra perspectiva a los valores de otras personas y grupos diferentes a nosotras/os. Queda afectada nuestra manera de vivir lo cotidiano y nuestra respuesta puede ser más armónica frente a los retos que se nos presentan y, entre ellos, a los conflictos. Con shalom que, en hebreo, significa la armonía de la persona consigo misma, con Dios y con quienes la rodean.
► En silencio confiado MEDITAMOS ante Dios que nos acoge como somos, que vive en nosotras/os: ¿Cómo está nuestro corazón? ¿qué movimientos, qué sentimientos anidan en él? No importa cuáles, sólo los contemplamos y nombramos, en la presencia amorosa de Dios que los acoge como son. También observamos cómo percibimos nuestras relaciones, nuestra realidad y la realidad más amplia que nos llega a través de las personas, de los medios de comunicación, etc. Miramos cómo vivimos y cómo estamos de anhelo de paz. ¿Nos percibimos en armonía con nuestra realidad personal, familiar, social, mundial? Quizás sentimos el desconcierto, la impotencia, la decepción ante nuestros actos faltados de paz y ante tantos actos de guerra, crueles, en el mundo, o ante la aparente inacción de las personas responsables del orden mundial. Contemplamos el sufrimiento de tantas personas que viven con miedo y angustia: en medio de conflictos y en medio del hambre, de la emigración forzada y de los fenómenos climáticos, todos ellos exacerbados por nuestra acción humana que violenta el orden de la Creación. Y contemplamos también aquellas a quienes de alguna manera podríamos demonizar o excluir, tan humanas y humanos como nosotras mismas. Vemos la relación entre la violencia social y nuestras pequeñas violencias en nuestras palabras, acciones o inacciones.
► ♫ Tras los minutos de silencio que creamos convenientes, podemos ESCUCHAR Y/O CANTAR EL CANTO: “Dios no puede más que darnos su amor (Dieu ne peut que donner)” (3’57’’)
DIOS NO PUEDE MAS QUE DARNOS SU AMOR,
NUESTRO DIOS ES TERNURA.
O… DIOS ES TERNURA.
O… DIOS NOS PERDONA
Bendice al Señor, alma mía,
Del fondo de mi ser, su Santo Nombre.
Bendice al Señor, alma mía,
No olvides sus beneficios.
Él, que todas tus culpas perdona,
Y que cura todas tus dolencias.
Rescata tu vida de la fosa.
Te corona de amor y de ternura.
El Señor hace justicia,
Y defiende a los oprimidos.
Manifestó sus caminos
Y sus maravillas a su pueblo.
El Señor es compasivo y clemente,
Paciente y misericordioso.
No nos trata según nuestros pecados,
Ni nos paga según nuestras culpas.
DIOS NO PUEDE MAS QUE DARNOS SU AMOR,
NUESTRO DIOS ES TERNURA.
O… DIOS ES TERNURA.
O… DIOS NOS PERDONA
3. Le acogemos, acogemos su paz
La Escritura -y nuestra experiencia- testifica que sólo en Dios encontramos paz, que Cristo es nuestra paz. Él es el Señor de paz[5], no de confusión (1Co 14,33). Su Espíritu da frutos de amor, alegría y paz (Ga 5,22). El profeta Isaías anuncia por boca del mismo Dios: haré venir la paz como un torrente desbordado, sobreabundante, y ella os alimentará, os llevará en sus brazos y os acariciará sobre sus rodillas (Is 66,12). Él trae la paz (Miq 5,4-5): “Os dejo la paz. Mi paz os doy, pero no como la dan los que son del mundo. No os angustiéis ni tengáis miedo.” (Jn 14,27). La suya es una paz que le permite denunciar los abusos de poder. Y a nosotras/os nos toca acoger esa paz, que nos regala en todo tiempo y en todas las ocasiones (2Tes 3,16), también en medio de tribulaciones. Podemos abandonarnos con confianza en sus manos para que nos pueda regalar su paz, en el grado en que nuestra condición humana puede acogerla. Porque “se nos pide un giro en la mirada y en el corazón para contemplar otras perspectivas del Misterio de Dios y abrir juntos caminos a la justicia y a la paz” [6]. ¿Cómo? Viéndole, acogiéndole y abrazándole con quienes sufren la violencia y con quienes luchan por la paz. Dios se identifica con ellas/os.
► Y CONTEMPLAMOS ahora todos esos sencillos momentos de armonía vividos que permanecen en nuestra memoria. Observamos aquello que nos sumerge en la paz de Dios, en Su ser, sin desentendernos de los sufrimientos y violencias de nuestro alrededor. Al contrario, nos damos cuenta que cuanto más vamos vislumbrando al Dios que nos habita, más participamos activamente en la armonía de lo creado. Nos hermana a todas las criaturas sin excepción.
Para acabar este punto, reconocemos de dónde vienen los movimientos que suscitan en nosotras/os esos momentos de paz. Vemos hacia dónde nos conducen si los dejamos que fluyan, si los alimentamos, acogiendo y contagiando la paz que Dios nos trae. Y lo AGRADECEMOS todo.
► ♫ Tras este rato de silencio PODEMOS ESCUCHAR/CANTAR (4’08’’)
MON AME SE REPOSE
Mon âme se repose en paix
sur Dieu seul:
de lui vient mon salut.
Oui, sur Dieu seul
mon âme se repose,
se repose en paix.
Versión en español:
En ti, Señor reposa
todo mi ser.
He sido
amado por ti.
Sí, sólo en ti
se alumbra la esperanza.
En ti sólo, Señor.
4. Suplicamos la mansedumbre
La tercera bienaventuranza de Mateo nos ilumina sobre cuál es el asiento de la paz. «Felices los mansos, porque ellos heredarán la tierra que Dios les ha prometido» (Mt 5,5), traducida también por “Felices los humildes” evoca una experiencia básica: la alegría, la felicidad de quienes han dejado su poder, su confianza, en manos de Dios. Así, dóciles a su voluntad, en lo que viven aún en situaciones límite, en los conflictos cotidianos o cuando son ninguneadas, ofendidas o atacadas, pueden canalizar su energía para el bien de todas y del Planeta. No se apropian de nada en la tierra, sólo saben que son Tierra. Todas somos nosotras/os, ya no hay “ellas/os”. Y no necesitan gastar su energía en defender nada ni defenderse; ni tampoco en intentar hundir a las otras o aprovecharse de nada ni nadie, sino que caminan con firmeza para que realmente nadie quede atrás[7].
Ese es el estilo de toda la vida de Jesús, que queda bien claro en su amor hasta el extremo en su Pasión. “Aprended de mí, que soy manso[8] y humilde de corazón, y encontraréis descanso porque mi yugo es suave y mi carga ligera” (Mt 11,29). Para las personas mansas, su docilidad es fortaleza que saben recibida de Dios. Su poder reside en saberse hijas e hijos de Dios y, por ende, hermanas de todas las criaturas en una comunidad de vida donde nada se percibe como hostil sino como soplo de vida[9]. Donde todo se agradece y todo lo que nos rodea queda integrado, implicado en nuestra experiencia vital y en nuestro ritmo y modo de vivir.
“Quien espera en el Señor poseerá la tierra. […] los humildes poseerán la tierra, disfrutarán de una gran paz (Sal 37,9b.11). A ellos, Dios les promete la tierra por herencia, van a heredar, van a ser dueños de la Tierra de la Promesa, obra de sus manos (Is 60,21). Esa Tierra buena, próspera y pacífica… que mana leche y miel, es bella y da sustento a todas. Es la nueva tierra en la que Dios mismo vivirá con nosotras como nuestro Dios y secará las lágrimas, y ya no habrá muerte, ni llanto, ni lamento, ni dolor […] porque hace nuevas todas las cosas (Ap 21,1-8). Es el Reino de Dios que Jesús nos dice que ha llegado con Él[10]. Y nos enseña a pedirlo: “Venga tu Reino, hágase tu voluntad así en la tierra como en el Cielo” (Mt 6,10). Porque «para conseguir la Paz, se necesita valor, mucho más que para hacer la guerra, se necesita valor para decir sí al encuentro y no al enfrentamiento; sí al dialogo y no a la violencia; sí a la negociación y no a la hostilidad; sí al respeto de los pactos y no a las provocaciones»[11].
► Y nos detenemos ahora a CONTEMPLAR tantos gestos, minutos, horas, días… de tantos miles, millones de personas, por la paz. Humildes gestos de mansedumbre: con su mirada sin prejuicios ante la otra persona o grupos diferentes, sin hacer diferencias. Su ponderación ante las reacciones de quienes ejercen violencia o de quienes callan, personas limitadas, humanas como nosotras, equivocándose a veces, o movidas por intereses espurios o simplemente viviendo en la ignorancia. Contemplamos a quienes, con su diálogo honesto, escuchan las razones de la otra, de las otras, comprendiendo su realidad, sin demonizar a ninguna, aportando su palabra. Contemplamos a aquellas otras que se niegan a colaborar con la violencia y el conflicto: ni con murmuraciones que echen más leña al fuego, ni con acciones violentas, ni con su omisión. Contemplamos también a quienes optan por defender la paz con armas, con violencia, aunque provoquen más violencia. Contemplamos a quienes están decepcionadas ante tantos conflictos y violencia y les parece que están más protegidas si miran hacia otro lado, si no miran más allá de sus necesidades y las de su entorno. Y finalmente contemplamos a aquellas que conservan la esperanza y luchan por la paz con pequeñas acciones, aunque en ocasiones parezcan ilusas.
Esto lo aplicamos a nuestras propias reacciones en nuestro entorno cercano de familia, trabajo, vecindad… y ante la realidad mundial que nos llega. Y expresamos a Dios aquello que nos brota de esta meditación.
► ♫ Tras un tiempo de silencio largo, PODEMOS ESCUCHAR/CANTAR.
Canto “Beati” (4’13’’):
BEATI, BE-E-ATI, BEATI, BE-E-ATI
BEATI, BE-E-ATI
5. Anunciamos la paz
La dicha alcanza también a quienes trabajan por la paz como Jesús proclama en la séptima bienaventuranza: “Dichosos los que trabajan por la paz, porque Dios los llamará hijos suyos.” (Mt 5,9). Él mismo es testigo de lo que anuncia, ha empleado su vida en ello. Hace unas semanas, si hemos seguido las bellas lecturas de Adviento, acabamos de escuchar a los profetas: “¡Mirad! ¡Ya viene sobre los montes el mensajero que trae noticias de paz! (Nah 1,15), ¡Qué hermoso es ver llegar por las colinas al que trae buenas noticias, noticias de paz […] porque el Señor ha tenido compasión de su pueblo, nos ha liberado! (Is 52,7.9). Esa es la experiencia de Jesús: Cristo ha venido a traer buenas noticias de paz a todos de parte de Dios, tanto a vosotros, que estabais lejos de Dios, como a los que estaban cerca. Nos ha venido a anunciar que somos hermanos/as, hijas amadas del Padre Dios, una sola familia, un solo pueblo y unido a él. Así ha hecho la paz. Dando la vida en la cruz (Mc 1,14; cf. Ef 2,14-16). ¡No le ha sido fácil!: Porque no todas han aceptado la buena noticia (Rm 10,16).
Cualquiera que construya de paz se asemeja a Jesús y, como Él, es reconocido hijo/a de Dios. Pablo nos anima a seguir a Jesús, así: Estad siempre listos para salir a anunciar el mensaje de la paz (Ef 6,15). El camino de la paz, es necesariamente pacífico y de un corazón manso. De una vida pacificada brotan la paz y la justicia: “los que procuran la paz, siembran en paz para recoger como fruto la justicia” (Stgo 3,18). Por eso queremos vivir una espiritualidad que cultive la interioridad, el silencio y la indignación no violenta y propositiva ante la injusticia, violencia o indiferencia. Una indignación noviolenta por la que tengamos en cuenta las necesidades de quien provoca el mal, porque es nuestro hermano, nuestra hermana, tan humana como nosotras, aunque sus acciones no sean humanizadoras. Dios nos capacita para esta noviolencia que pone en el centro la compasión y la misericordia y transforma la energía de nuestra indignación, rabia e ira, en lucidez que analiza la situación y en creatividad que propone acciones y canales para poner freno al mal. [12]
Porque el desarme mundial no es posible sin eliminar de los corazones el temor y la angustiosa perspectiva de la guerra […] no puede apoyarse en el equilibrio de las fuerzas militares, de los poderes, sino que debe apoyarse en la confianza recíproca”[13], “movidos por el amor de tal manera, que sientan como suyas las necesidades del prójimo y hagan a los demás partícipes de sus bienes, y procuren un intercambio universal de los valores más excelentes del espíritu humano”[14]. Esta aseveración se cumple a escala personal, familiar, vecinal, social, nacional, etc., para los conflictos en cada uno de los diversos niveles. Es el desarme de armas, el desarme de las conciencias y de los corazones y una activa solidaridad, como dijo Juan XXIII. Que afecta a la vida cotidiana, a lo concreto: “deja tu ofrenda allí mismo delante del altar y ve primero a ponerte en paz con tu hermano” (Mt 5,24).
Como Familia Vedruna estamos comprometidas a “Participar en acciones a favor de la paz, la justicia, defensa de los Derechos Humanos y cuidado de la tierra”[15] y, “unidas a otras confesiones, manifestarnos denunciando aquello que provoca sufrimiento humano o agresiones a la justicia, paz y cuidado de la creación, a partir de la comprensión común de la compasión, que es nuclear a todas las religiones”[16]. “La Ruah nos empuja nuevamente… ¡Es la hora!… de la interculturalidad, de la ecología integral, de la interioridad, de la identidad, de la no-violencia…” [17] De “promover relaciones de cuidado y actitudes noviolentas, situándonos con firmeza ante el maltrato y el abuso en todas sus expresiones, dentro y fuera de la comunidad.” [18] Sólo juntos podemos construir la paz.
► Y dedicamos ahora el tiempo que creamos conveniente a CONTEMPLAR a Jesús, su manera de anunciar la paz. Le pedimos conocer su paz. Lo imaginamos recorriendo Galilea, Judea… Y después lo imaginamos recorriendo nuestra realidad de barrio, pueblo, país, Planeta. Contemplamos cómo su paz interior contagia, comunica la paz ahí a donde va y con su hacer hace crecer la armonía. Nos detenemos en algún lugar y entre las personas que Jesús visita y necesitan la paz. Cómo visita a las agredidas y a las agresoras, sin miedos, recelos ni prejuicios. Y vemos cómo las mira, qué les dice, qué hace, cómo se mete en sus zapatos, y qué nos dice a nosotras/os. Vemos también cómo Jesús visita esos grupos que están trabajando por la paz de diversas maneras, cómo los mira, qué hace. Y vemos también el consuelo que Jesús trae a quienes sufren y a quienes construyen la paz. Y viendo todo esto nos preguntamos ¿siento algún movimiento interior? Vemos si nos sentimos llamados/as a desarmarnos y a anunciar la paz de alguna manera más comprometida que ahora, en nuestra vida y entorno, y colaborando a la paz en otros lugares, con otras. ¿Podemos consagrar nuestros pensamientos, preocupaciones y energías a procurar este bien común universal de la paz para que la sociedad humana y el Planeta entero sean un reflejo lo más perfecto posible del Reino de Dios? (cf. PT167-168). Y lo dialogamos con el Señor.
► ♫ Tras permanecer en un rato de silencio PODEMOS ESCUCHAR/CANTAR (4’50’’):
(Versos de los solos que se intercalan:)
Todo se pasa, Dios no se muda,
La paciencia todo lo alcanza.
En Cristo mi confianza, y de Él solo mi asimiento;
en sus cansancios mi aliento, y en su imitación mi holganza.
Aquí estriba mi firmeza, aquí mi seguridad,
la prueba de mi verdad, la muestra de mi firmeza.
Ya no durmáis, no durmáis, pues que no hay paz en la tierra.
No haya ningún cobarde, aventuremos la vida.
No hay que temer, no durmáis, aventuremos la vida.
6. Acabamos con esta oración, unida a tantas personas que anhelan la paz
Señor, Dios de la Paz, Dios del Amor.
Tú sabes que todas las personas anhelamos la paz,
aunque no todas la comprendemos del mismo modo
ni creemos que llegaremos a ella por los mismos medios.
Estamos conmovidas ante la realidad
de tantas personas que sufren la violencia,
o están abatidas por los conflictos y ante la de tantos seres del Planeta
que están siendo explotados y extinguidos.
Sostén la esperanza de todas las que viven con miedo y angustia
y de quienes buscan la justicia y la paz.
Haz que el desconcierto ante tanta violencia
no nos paralice ni nos atemorice.
Llena nuestro corazón de tu Paz,
que tu Ruah nos inspire a todas,
a los líderes de las naciones
y a todos los pueblos
a salir de la indiferencia y a caminar
las sendas más apropiadas
para llevar la paz, para aceptarla
y para vivir armónicamente como comunidad planetaria,
de hermanas y hermanos con toda la Creación.
Que Tu Ruah Santa nos infunda
el valor necesario para alcanzar la Paz en el Planeta y la Esperanza
para no dejar de soñar en otro mundo posible, pacífico.
Amén.
Equipo Eje JPIC
NOTAS:
[1] Juan XXIII, Encíclica Pacem in Terris, 11 de abril de 1963, cf. n. 1
[2] Cf. op. cit. Pacem in Terris, n.165.
[3] Fruto del carisma Vedruna vivido por muchas generaciones desde 1826, año en que Joaquina de Vedruna fundó la congregación.
[4] Capítulo General XXVIII Carmelitas de la Caridad Vedruna, 2023: Nacer de Nuevo (NdN), n. 2.
[5] Cf. Sl 62,5; Is 9,6; Ef 2,14-15; Jue 6,24.
[6] Cf. Documento Capitular XXVII 2017: Familia Vedruna Casa de Puertas Abiertas” (FVCPA), n. 27. [7] Aunque “que nadie quede atrás” es una frase tan repetida políticamente que se está desgastando.
[8] Según las traducciones: manso, benévolo, paciente….
[9] Cf. Davi KOPENAWA-Bruce ALBERT, A queda do céu. Palavras de um xamán yanomami, 2015, especialmente el capítulo 23: El espíritu del bosque (pp. 467-487) donde relata cómo el soplo de vida del bosque es muy largo e intenso mientras que el soplo de los humanos es muy breve. Con su lenguaje de filósofo chamánico, Kopenawa explica la experiencia vital de su pueblo y las dificultades que enfrenta ante la minería, las enfermedades y la violencia en la región.
[10] Mt 12,28: el reino de Dios ya ha llegado a vosotros; Lc 11,20: si yo expulso a los demonios por el poder de Dios el reino de Dios ya ha llegado a vosotros y Lc 17,21: el reino de Dios ya está entre vosotros. Y también: ¡Volveos a Dios, porque el reino de los cielos está cerca! (Mt 4,17; Mc 1,15) y Lc 10,11: sabed que el reino de Dios está cerca.
[11] Papa Francisco, Oración por la paz en Israel (8.VI.2014), citada en el Documento Capitular FVCPA, n.27.
[12] Cf. op. cit. Nacer de Nuevo (NdN), cf. nn. 4 y 6
[13] Cf. op. cit. Pacem in Terris, n.113.
[14] Cf. op. cit. Pacem in Terris, cf. n.35.
[15] Cf. op. Cit. FVCPA, n. 29.
[16] Cf. op. cit. FVCPA, n. 28.
[17] Consejo General Ampliado Vedruna 2021: Otra Manera de Mirar (OMM), n. 20.
[18] Cf. op. cit. Nacer de Nuevo, apartado Podar y Florecer 2.5, pág. 34.