Anna M. Rifà, profesora de la escuela Vedruna-Vall de Terrassa, es la creadora y responsable del programa “Escuela Vedruna. Escuela Atenta”, una herramienta pedagógica que prepara a toda la comunidad educativa nada menos que para una vida más plena y feliz. Nos explica cómo.
¿Cómo surge la idea?
El programa Escuela Atenta surge de una necesidad global debido a la desconexión con uno/a mismo/a que estamos viviendo. Esa desconexión nos lleva a vivir fuera de nosotros/as y nos genera sufrimiento. Nuestra falta de atención en lo que realizamos en cada momento, en la vida misma, nos conduce por un camino de vuelta al pasado, de retorno al futuro con unas expectativas, muchas veces, difíciles de alcanzar, conduciéndonos a la ansiedad, al estrés, al sufrimiento y a la no aceptación. En un mundo donde prevalece la inmediatez, las tensiones y el vivir siempre en piloto automático, nos olvidamos muy a menudo de vivir el presente, que es precisamente donde la vida se despliega con toda su plenitud y profundidad.
El programa se basa en la práctica de la atención plena. Pretende ser una herramienta de acompañamiento en el crecimiento integral de la persona. Esta herramienta pedagógica ofrece una cantidad de prácticas y de actividades que giran alrededor de un pilar básico: la focalización en el momento presente y en la experiencia de la atención plena. Los ejercicios de atención plena son el eje fundamental para desarrollar y hacer crecer las tres dimensiones del alumno: la educativa, la del bienestar y la interior. Con las dinámicas se trabaja y se potencia alguna de las fortalezas personales desplegadas en las tres dimensiones que todo ser humano tiene y que configuran su personalidad.
¿En qué se traducen concretamente todos esos grandes objetivos?
El programa está diseñado para formar a las comunidades educativas para que puedan, en primera persona y a través de las prácticas, tomar conciencia y hacer experiencia del momento presente. Se adquieren herramientas para gestionar lo que la vida nos va brindado en cada momento con calidad y sabiduría para que podamos vivirla con paz y felicidad.
Otra de las claves es incentivar que el profesorado pueda formarse en aquellas áreas de su interés, desde la presunción de que ello revierte luego en el alumnado. ¿De qué forma?
Las comunidades educativas se forman para que puedan vivir la formación. Ya sabemos que es por osmosis que transmitimos. Así pues, es primordial que se sientan acompañadas, escuchadas, que sepan que son importantes y así, de lo vividopueden después implantar el programa en la escuela y desde ahí acompañar a los alumnos y alumnas en esa presencia y conciencia del momento. De esta manera, son los mismos maestros y profesoras que los acompañan en el crecimiento de esas tres dimensiones, en definitiva velan por su crecimiento personal.
Cuando el programa se implanta en la escuela, es muy importante que las familias y las AMPAS estén en conexión con el programa y sepan lo que se está desarrollando en las aulas. La buena relación entre familia y escuela es vital para el crecimiento integral de nuestros alumnos y alumnas. El programa también invita a participar a los padres y madres para que en casa puedan seguir viviendo desde esta mirada de conciencia y plenitud de cada momento y así aprender a gestionar todo aquello que está por venir.
El programa Escuela Atenta habla igualmente del despertar espiritual de niñas y niños, independientemente de su confesión religiosa. ¿Cómo se aborda este reto desde una escuela confesionalmente católica?
Cuando nuestros niños/as, adolecentes y jóvenes van adentrándose en su dimensión interior, poco a poco, con práctica y experiencias van descubriendo su propia dimensión espiritual, ya que todos y todas somos seres espirituales. En nuestras escuelas tenemos alumnos/as de diferentes confesiones religiosas y algunos ni siquiera tienen. Pero es a partir de ahí, de practicar, de hacer experiencia…, que van adquiriendo sentido de la vida, una vida plena y feliz. Ese es el momento de conexión entre todos y todas. Y es en ese preciso momento en el que podemos hablar y hacer experiencia de Jesús, compartiendo camino y experiencia. Todos somos olas del mar, pero todos somos el océano. Todos unidos/as en Jesús, haciendo y viviendo la experiencia en Dios.
El Pacto Educativo que promueve el Papa, y en el que la escuela Vedruna ha tenido un protagonismo destacado, propone tejer alianzas con otros actores sociales. ¿Es esto un objetivo realista, según la experiencia directa en Catalunya?
La Escuela Vedruna, comprometida en la educación en valores, quiere facilitar el camino de los niños/niñas, adolescentes y jóvenes a través de la atención plena, para que puedan llegar por si mismos/as a ser más conscientes del momento presente y puedan vivir una vida de profundidad y plenitud compartiéndola con los más vulnerables. El programa así lo contempla y a medida que se va haciendo más presente en nuestro día a día vemos cómo se van creando lazos de compromiso, de unión, de servicio… con los más desfavorecidos y vulnerables. Con el programa se aprende a practicar la compasión y la humanidad compartida. Dos valores vitales, dos anclajes muy sólidos desde los cuales poder sostener y así tejer estas alianzas que el Papa nos invita a extender.