La ciudad valenciana despide a la comunidad Vedruna, tras más de 120 años de presencia
Oliva (Valencia) despide a la comunidad de Carmelitas de la Caridad Vedruna, tras más de 120 años de presencia en la localidad, y especialmente en el colegio del Rebollet.
El acto central consistió en una Eucaristía celebrada en la iglesia del Rebollet, que históricamente ha servido de capilla para la escuela.
“La Iglesia estaba llena y las caras demostraban alegría, alegría por ver caras conocidas, por habernos abrazado y recordado momentos felices”, cuenta Bela Martínez, miembro de la comunidad.
Inevitable fue, sin embargo, cierto tono agridulce, porque -añade- “tengo que decir lo desamparada que queda Oliva sin las hermanas. Aunque el acto fue precioso y lleno de abrazos, temo que la labor social que aún se está llevando a cabo con la ayuda de la Congregación pueda resentirse”.
Rosa Morató, que se presentó en su triple condición de antigua alumna, profesora y madre de antigua alumna del colegio, dio un emotivo testimonio para agradecer que”si no hubiera estado apoyada por las Hermanas Carmelitas Vedruna, ni por asomo la hubiera vivido, ni hubiera sido lo que soy”.
“Como alumna he de decir que han sido una familia en la que hay que sumarle y darle un sitio a los valores recibidos y a todo lo aprendido desde la humildad, elegancia y tolerancia que desprendían cada una de las hermanas que nos educaron para un futuro que se presentaba diferente y que me han marcado en la aventura de la vida”.
“Como profesora, esos valores de entrega, responsabilidad, trabajo, respeto, compañerismo, solidaridad, agradecimiento, amor…, los he intentado inculcar y trabajar con los alumnos y sus familias, para que se formaran siendo miembros activos de la sociedad en la que nos ha tocado vivir”.
“Por último como madre de alumna, elegí este colegio porque reunía los valores sociales, culturales, morales , éticos y cristianos que quería para mi hija, obteniendo un excelente resultado en su formación como persona”.
“El pueblo de Oliva –concluyó– queremos agradecer a las hermanas Carmelitas Vedruna, la dedicación en lo que es más importante para una persona, su formación. Nos han educado en valores y bondad y nosotros lo hemos podido transmitir a nuestros hijos. Gracias por todo lo que habéis hecho por Oliva”.
120 años de entrega
La labor de la congregación Vedruna en Oliva trasciende, sin embargo, ampliamente la escuela, según destacó en la homilía el párroco de Santa María de Oliva, Fernando Cremades. Este es un fragmento de sus palabras:
“El 8 de septiembre de 1902 seis hermanas Carmelitas de la Caridad ingresan en el convento franciscano de Santa Maria del Pi. Como superiora vino la Madre Magadalena Vallés.
El edificio había sido adquirido por el sacerdote, hijo de Oliva, don Juan Bautista Escrivá Llorca, que lo cedió a las Carmelitas para que se hicieran cargo de la educación infantil en la localidad.
Por acuerdo con la parroquia Santa María (19 de mayo de 1903) se concede a la comunidad religiosa acceso libre a la iglesia de la Virgen del Rebollet por la puerta interior de la sacristía, el coro y el comulgatorio. Como contraprestación, las carmelitas se debían encargar de la limpieza del templo, de la ropa de sacristía y los altares. Entre las funciones que desempeñan las religiosas se encuentran también el cuidado y atención al camarín y a la imagen de la Virgen del Rebollet, advocación mariana que termina por dar nombre al propio colegio; un nombre que se mantiene a pesar de que las Carmelitas han dejado de ser las regentes de la institución y las propietarias del edificio, cuyo inmueble del exconvento lo adquieren el 3 de mayo de 1926.
Las Carmelitas de Oliva también están en el origen del Centro Montañero, una asociación juvenil creada a principios de los años 70 de la mano de la hermana María Dolores Cañizares, la “Cañi” que tenían la sede en un piso de la calle de les Moreres.
El grupo inicialmente estaba formado por chicas del Colegio del Rebollet y se basaba en dos pilares fundamentales: una marcada vocación mariana y el amor a la naturaleza como lugar de encuentro con uno mismo y con Dios.
Al grupo pronto se incorporaron chicos, creándose un grupo juvenil dentro de la parroquia con una fuerte conciencia social y religiosa, propia de unos momentos de grandes cambios.
Este movimiento fue el precedente de los actuales Juniors.
Durante un tiempo las Carmelitas, de la mano de la hermana Carmen Tío, promovieron y atendieron algunas aulas de enseñanza en la calle Montaña, próxima a la Residencia de Ancianos, para la educación de alumnos de etnia gitana; sin que haya que buscar una conexión entre ambos centros, se trata de un precedente del actual centro Fray Humilde Soria que en la calle Virgen del Rebollet se encarga de reforzar las necesidades educativas de personas desfavorecidas.
Con la perspectiva que da el paso del tiempo y desde la distancia, hay que valorar muy positivamente el efecto que la aparición del Colegio de las Hermanas Carmelitas supuso para Oliva, al facilitar que las mujeres accedieran de una manera más general a la educación en una época en que esta circunstancia no era tan frecuente.
Al dar gracias a Dios por la actividad apostólica de las hermanas Carmelitas Vedruna en Oliva durante tantos años, tenemos mucho que agradecerles, de su actividad educativa y pastoral.
Han dejado huella entre los hijos de Oliva y muchos las recordarán siempre.
Pero nuestra acción de gracias es también por los momentos de menos actividad, por vuestra vocación, por vuestra oración en silencio, por vuestro testimonio de entrega al Señor, por tantas cosas que no se ven pero que han sostenido todo lo demás.
Para el Señor, esta es la parte mejor.
Con estas actitudes habéis sido un verdadero refugio, un lugar de descanso para la tarea y la fe de muchos cristianos.
Esta parte mejor, como dijo el Señor a María la hermana de Lázaro y Marta, es la que continuaréis haciendo por nosotros.
Muchas gracias por vuestra entrega al Señor y a Oliva.”