Vivimos en el “Planeta azul”, como bellamente lo describió Yuri Gagarin, primer astronauta que dio la vuelta a la Tierra desde el espacio. El agua dulce es un recurso imprescindible para nuestra supervivencia y nos ayuda a mantener un clima estable (cf. LS 28). Aunque nos hemos de preguntar si valoramos el agua, o bien nos hemos acostumbrado a abrir el grifo sin pensar en la importancia de este gesto y sin agradecer sus beneficios, y sólo tomamos conciencia al experimentar su escasez.
EL AGUA UN BIEN ESCASO
«Alabado seas, mi Señor, por la hermana agua, la cual es muy humilde, y preciosa y casta» (San Francisco de Asís). Y es que sólo el 2,5% del agua de la Tierra es agua dulce y, de esta, sólo es líquida un 0,5%, ya que el resto está –por ahora- congelada. El agua se repone en un ciclo continuo, pero no ilimitadamente. Es insostenible el actual nivel de consumo de los países más desarrollados […] donde el hábito de gastar y tirar alcanza niveles inauditos […] se han rebasado ciertos límites máximos de explotación del planeta, sin que hayamos resuelto el problema de la pobreza. (cf. LS 27) Consumo y contaminación crecientes, sobrepasan los límites para la disponibilidad de agua porque reducen el nivel de ríos, lagos y de aguas subterráneas y aumentan las especies en vías de extinción por la contaminación. En 2050, uno de cada 2 habitantes del planeta sufrirá escasez de agua. “Un problema particularmente serio es la calidad del agua disponible para los pobres, que provoca muchas muertes todos los días” (LS 29). Según la OMS, mueren 2.307 personas al día, porque una de cada 3 personas no tiene acceso al agua potable. Y sigue el P. Francisco: “en algunos lugares avanza la tendencia a privatizar este recurso escaso, convertido en mercancía […] Este mundo tiene una grave deuda social con los pobres sin acceso al agua potable, porque les negamos el derecho a la vida radicado en su dignidad inalienable. …” (LS 30). A pesar de que, la escasez de agua, alimentos y energía son más decisivos que el cambio climático para crear inestabilidad civil y política, y migraciones. Cualquier amenaza al agua es considerada un peligro contra la soberanía de un país.
LA HUELLA HÍDRICA QUE NO VEMOS
La Huella Hídrica es uno de los indicadores medioambientales –complementarios pero distintos- tales como la Huella Ecológica1 y la Huella de Carbono- que miden la apropiación de recursos naturales y las presiones ejercidas sobre el medio ambiente. La Huella Hídrica (HH) mide cuánta agua se está consumiendo o contaminando en un país o región para producir todos los bienes y servicios en un año. El agua directa consumida que vemos y la indirecta o virtual que no vemos, aunque es un volumen mucho mayor al agua directa. Todo lo que usamos, compramos, vendemos, comemos, reciclamos o tiramos requiere agua para procesar, empaquetar, comercializar y transportar y también la necesitan las infraestructuras y otras actividades humanas. En algunas situaciones es difícil trazar la cadena de suministro y medir la HH adecuadamente. A diferencia de las otras huellas, es preciso especificar espacio y tiempo, su contexto y el estado de las fuentes de agua locales.
Cuando ahorramos energía también ahorramos agua. Se necesita agua para generar energía (electricidad y combustibles) y energía para mover, calentar y tratar el agua. La energía renovable solar o eólica puede reducir el consumo de agua hasta un 95%. La desalinización del agua requiere mucha energía, y también resulta cara; es una solución puntual y limitada ante la escasez de agua. Así mismo, el estado de las instalaciones de suministro, tiene una influencia capital en el consumo de agua, como vemos en el caso de Italia.
USO Y TIPOS DE HUELLA HÍDRICA
El creador del concepto de Huella Hídrica y de la Red Global de la Huella Hídrica fue Arjen Hoekstra (1967- ⴕ2019) quien, en 2002, puso sus conocimientos científicos al alcance de la ciudadanía e integró el concepto de agua virtual acuñado en 1993 por John Anthony Allan en 1993. En 2008 fundó la Red colaborativa Global Water Footprint Network porque “quería cambiar el mundo con su pensamiento científico, convencido que la huella hídrica puede ayudarnos a superar los desafíos del uso insostenible del agua”. La Huella Hídrica es una herramienta que puede usar cualquier persona o colectividad y nos ayuda a tomar decisiones para limitar el impacto y sus causas. La disponibilidad de agua limpia y la huella hídrica están directamente relacionadas con los Objetivos de Desarrollo Sostenible y conectada a aspectos como: seguridad hídrica, salud y saneamiento, cambio climático, contaminación, abastecimiento de energía, cambio de uso del suelo, nivel de vida y análisis del ciclo de vida de los productos.
La Huella Hídrica suma estos 3 componentes, que están interrelacionados:
- La AZUL es el volumen de agua dulce extraída por la acción humana, agua superficial o subterránea, para la agricultura, la industria o el uso doméstico. Incluye las pérdidas por evaporación del riego que ronda el 80% u otras causas.
- La VERDE es la cantidad de agua de lluvia o nieve consumida o almacenada en el suelo como humedad que se incorpora a las plantas, consumo humano y/o generación de energía. Muy relevante para cultivos, vegetación y bosques.
- La GRIS es el volumen de agua dulce necesaria para diluir los contaminantes y vertidos derivados de la producción de bienes y servicios, a fin de mantener una calidad aceptable del agua, según los parámetros estatales y locales.
Mapamundi con datos del año 2016
¿PODEMOS REDUCIR NUESTRA HUELLA HÍDRICA?
A causa de la interconexión global, todas las reducciones de la Huella Hídrica contribuyen a solucionar la escasez de agua en otros lugares. Por ello, los esfuerzos deben centrarse en reducir la propia Huella Hídrica a partir de las causas que la originan en el nivel personal, familiar, agrícola, industrial, etc. A nivel local y de región o país, hay que considerar aquello que puede ayudar más en cada lugar para reivindicarlo ante nuestros representantes políticos. Para convertirnos en comunidades humanas respetuosas con el ciclo del agua que controlan el desperdicio, la contaminación y la evaporación del agua.2
Pero a nivel personal, familiar o comunitario, tenemos bastantes posibilidades. ¿Cuáles? Sintetizando mucho, pueden ser: cerrando el grifo, reduciendo el consumo de productos, reduciendo nuestro consumo de carne y consumiendo productos frescos locales y de temporada no procesados, comprando a granel sin envases, consumiendo detergentes no contaminantes, comprando productos ecológicos sin pesticidas ni herbicidas que contaminen, dejar de comprar a empresas que contaminen ríos, mares o suelo y comprar a empresas que llevan las etiquetas oficiales que muestran que son responsables, sostenibles y éticas.
Clicando aquí podéis acceder al calendario de frutas y verduras de temporada elaborado por Greenpeace, de entre las que sería conveniente escoger aquellas que se producen en nuestro entorno local.
En los próximos meses publicaremos artículos sobre otros aspectos concretos de la Huella Hídrica que nos pueden ayudar a reducirla en el hogar y ofreceremos un instrumento de auto-medición de algunos aspectos de esta huella.
Compartimos a continuación la infografía “Cuidar el agua para cuidar la vida”, que hemos elaborado con algunos datos que nos parecen significativos para nuestro contexto, a nivel general, así como sobre la agricultura y la alimentación.
Justicia Paz e Integridad de la Creación. Provincia Vedruna Europa
NOTAS:
1- Enlace al artículo y la infografía que publicamos en noviembre sobre la Huella Ecológica: https://jpic.vedruna.eu/nuestra-huella-ecologica-he/ . Tras finalizar la serie de artículos relacionados con la Huella Hídrica, publicaremos un artículo e infografía sobre la Huella de CO2.
2- Cf. en España, el elevado consumo, producto del uso intensivo del agua en los cultivos y, en Italia, el desperdicio de más del 40% a causa del mal estado de las infraestructuras hídricas.