Las generales de la Congregación Vedruna y las Hijas de la Caridad debaten sobre “La mujer en la Iglesia” con el superior de los Escolapios y la coordinadora del Laicado Vedruna.
La discriminación a la mujer tiene consecuencias. “La Iglesia se percibe como una institución anclada en formas y decisiones que cada vez son más dispares de la sociedad actual. En algunos lugares constatamos que la Iglesia ha perdido su credibilidad y se da una desafección grande hacia la Iglesia-institución. Y esto aleja a muchas personas de ella, no solo a las mujeres”.
La general de la Hermanas de la Caridad Vedruna, María Inés García, presentaba así esta semana el coloquio “La mujer en la Iglesia”, prólogo al Consejo General Ampliado (CGA) que la congregación celebra del 10 al 25 de abril con el lema “Mujeres Vedruna en una Iglesia sinodal, profética y en salida”.
Moderado por la periodista Patrizia Morgante, vinculada a la Unión Internacional de Superioras Generales y buena conocedora de la Vida Religiosa, participaron también la Superiora General de las Hijas de Jesús, Graciela Francovig, y Mamen Barrena, Coordinadora General del Laicado Vedruna. La “representación masculina” corrió a cargo del general de los Escolapios, Pedro Aguado, quien exhibió su condición de antiguo alumno de una escuela Vedruna.
La coincidencia en el diagnóstico fue unánime. “Es evidente que hay un desequilibrio hoy en el liderazgo en la iglesia. El que no lo vea es que esta un poquito despistado”, afirmó Aguado, quien también es Consultor de la Congregación para la Educación Católica.
También hubo unanimidad en vincular el avance hacia la igualdad al proceso de sinodalidad que impulsa el Papa Francisco, y que supone “apostar por la horizontalidad, poniendo en el centro a los más necesitados”, en palabras de Mamen Barrena.
Otro criterio es “no provocar rupturas o quiebros”, según lo expresó Graciela Francovig. Es preferible a veces avanzar a una velocidad algo inferior a la deseada, pero avanzar con seguridad y manteniendo la comunión.
Eso sí, deben verse resultados, aquí y ahora. “Los sueños son sueños cuando marcan horizonte” y se van haciendo “reales”, concretándose en cambios concretos, dijo Pedro Aguado. “El sueño de la sinodalidad será posible si hoy es real, y poco a poco lo vamos construyendo. Si no, será un bello sueño, pero no marcará un itinerario”.
Ese es el reto que se propone este CGA. Desde “una actitud amorosa de pertenencia (a la Iglesia”, afirmó María Inés García, se quiere “salir de la pasividad y contribuir al cambio, a la transformación, a la conversión de nuestra Iglesia en el camino de retorno hacia el Vaticano II, hacia una Iglesia sinodal, profética y en salida”.