La Escola Vedruna de Sant Sadurní d’Anoia (Barcelona), reconocida con un premio de la Generalitat por el proyecto Educatió Vital, impulsado desde el AMPA.
Desde Infantil a Bbachillerato, el huerto y el bosque son un aula más de la Escola Vedruna de Sant Sadurní d’Anoia (Barcelona), a raíz del proyecto Educatió Vital, que ha iniciado este curso su tercera edición y que acaba de ser reconocido por la Generalitat con el segundo Premi Escola, Agricultura i Alimentació Ecològica. Es su tercer galardón cosechado, tras los concedidos por Bodegas Torres y la Diputación de Barcelona.
Un profesor de Ciencias buscaba un terreno para un huerto escolar, y el AMPA se movilizó para hacer posible una idea que terminó desbordando ampliamente el proyecto inicial.
Xavier Xorto, el presidente de la Asociación de Madres y Padres, consiguió que el municipio cediera un terreno de cuatro hectáreas en las que, además del huerto, hay diversos tipos de bosque y dos zonas de agua, además de un río que cruza. También hay un área quemada en un incendio, que las alumnas y alumnos de los cursos superiores están regenerando como parte de su actividad académica.
Situado en el Penedés, Educatió Vital quiere aprovechar el impulso a la agricultura ecológica en una comarca vinícola que solo hace 30 años comenzó este camino, y ahora se está planteando que su denominación de origen lleve aparejada la condición de cultivo ecológico, destaca Xorto.
El proyecto educativo, sin embargo, abarca muchos más ámbitos. “Es importante que tomen conciencia del cambio climático, que van a sufrir ellos, y que sepan que una zanahoria sale de la tierra”, cuenta el presidente del AMPA, “pero lo que queremos es que esto sea un aula más, al aire libre, en la que impartan algunas clases todas las asignaturas”.
Xorto cita numerosos estudios sobre los beneficios de un aprendizaje en medio de la naturaleza, que estimula los sentidos y “permite que los pequeños aprendan más”. En esa línea –anuncia– se inaugurará este curso “un circuito sensorial para que los niños puedan sacarse los zapatos y caminar descalzos por encima de distintas texturas naturales: hierva seca, piedras, troncos, barro… ¡Que experimenten, que se ensucien los pies!”, dice.
Otra de las novedades previstas para los próximos cursos es habilitar paneles de abejas, de modo que los mayores, enfundados en trajes especiales, aprendan a hacer miel. “Y queremos hacer un espacio de plantas aromáticas y medicinales para desdtilar aceites esenciales y hacer perfumes”.
En cada actividad, hay voluntarios del AMPA, “facilitando la logística” y, a menudo, también, transmitiendo sus conocimientos. “Padres, abuelos, vecinos… ayudamos en todo lo que podemos”.
Ese componente intergeneracional se da también en el alumnado, con actividades en las que los mayores enseñan a los más pequeños. “Está demostrado que es beneficioso, todos aprenden así mucho más”, asegura Xorto.