Hoy muchos jóvenes gritan: “no sé qué hacer con mi vida”, “vivir así no tiene sentido”. Para sugerirles una respuesta, podemos releer la vida de Joaquina en clave de búsqueda, con una constante, buscar y vivir la voluntad de Dios como verdadero sentido de su vida.
Buscar es una acción inherente en el ser humano. Desde el inicio de los tiempos la humanidad ha permanecido en búsqueda en salida al encuentro de aquello que no conocía, no tenía o anhelaba… Migraciones en busca de alimentos, guerras en busca del poder y verdaderas peregrinaciones en búsqueda del sentido de la vida. Si miramos nuestro mundo actual vemos verdaderas estrategias y complejos entramados económicos en busca del éxito profesional, social, miles de imágenes que animan a la búsqueda de la felicidad personal… y a la vez contemplamos a nuestro alrededor muchos hombres y mujeres, jóvenes y adultos en busca del sentido de la propia vida. Hoy muchos jóvenes gritan: “no sé qué hacer con mi vida”, “vivir así no tiene sentido”. El pueblo de Dios es un pueblo en búsqueda. Una Iglesia abierta a la Palabra para vivir buscando cómo trabajar por el Reino. En esa nube de testigos que nos precede, descubrimos a Joaquina de Vedruna como una mujer buscadira. Podemos releer su vida en clave de búsqueda, con una constante, buscar y vivir la voluntad de Dios como verdadero sentido de su vida.
A los 12 años pide entrar en el Carmelo: es la manifestación concreta de una vida naciente sedienta del encuentro con Dios, que percibe una llamada que ella quiere concretar junto aquellas mujeres que viven en oración en el Convento. Acoge la negativa no como algo cerrado, sino como parte de la voluntad de Dios en su vida, una demora, una llamada a la madurez.
La boda con Teodoro: Joaquina entra de nuevo en contacto con esa llamada profunda que alimenta su vida: buscar y vivir la voluntad de Dios; y desde ahí, con sentido profundo camina hacia el altar donde la espera Teodoro para unirse en matrimonio y vivir formando un familia.
Las relaciones familiares: Probablemente Joaquina soñara con una familia donde el amor y las relaciones cordiales fueran las claves de relación. Pero la realidad es que se encuentra con una familia donde no es bien acogida, de la que recibirá querellas y zancadillas. Joaquina no entra en la dinámica de violencia y recelos, sino que responde con amor a imagen del Buen Jesús. Pero no es ingenua, en su búsqueda por la justicia pone en juego sus capacidades y todo aquello que aprendió de leyes y cuentas para defender el legado de sus hijos.
La viudedad seguro que amenaza el poder ser vivida como un nuevo proyecto roto. Pero Joaquina prepara su vida para poder acoger una nueva llamada, se mantiene en búsqueda. Busca con otros, discierne esa llamada con personas a las que deja entrar en su vida, con las que comparte inquietudes, se deja iluminar y acompañar. Si las rejas del confesionario de la Divina Pastora de Vic hablaran… seguro que han sido testigos de una búsqueda limpia, vital y transformadora.
El inicio del Instituto de las Hermanas Carmelitas de la Caridad no fue fácil, es una búsqueda continua, una toma de decisiones diarias en obras, un acompañamiento a jóvenes que junto a Joaquina caminan en algo que está naciendo y que necesita estructura y verdad. Rencillas, miedos, guerras, migraciones, cárcel… se mezclan con la búsqueda del Reino en el servicio a los enfermos, a la educación de las niñas más desfavorecidas y de tantos que le son encomendados.
Dos siglos después Joaquina sigue alentando la búsqueda de la voluntad de Dios en todos aquellos que hemos recibido como regalo su carisma, que hemos tenido las suerte de encontrarnos con ella y su obra en nuestra vida. Su familia religiosa sigue en búsqueda y alienta la búsqueda de una humanidad que anhela el encuentro real y concreto en la historia con el Dios de la vida.
Pastoral Juvenil Vedruna