Nos sentimos llamadas a seguir caminando, movidas y acompañadas por Aquel que un día irrumpió en nuestras vidas y nos invitó a seguir sus pasos, llamadas a dejarnos afectar por un mundo herido y ser, junto a Él, portadoras de buenas noticias, pasar por los caminos sembrando semillas de esperanza, tejiendo relaciones nuevas, creando lazos en este mundo que para muchos puede resultar duro, frío, insolidario.
Llamadas a “no cansarnos de cansarnos” en el intento constante de construir un mundo más justo, solidario y fraterno donde toda persona encuentre su lugar, encuentre un hogar, abriendo nuestras puertas, nuestros corazones, a quienes necesitan un regazo donde descansar.
Y ello viviéndolo ya en nuestras comunidades, transparentando el gozo y la esperanza que nos habita y sostiene; viviéndolo en nuestra misión concreta y junto a otras muchas personas que se esfuerzan por cambiar y mejorar el mundo. “Tengamos grandes deseos” nos decía y sigue diciéndonos Joaquina. Deseamos ser testigos del Dios que nos habita y nos sigue mostrando, nos sigue susurrando, que este mundo nuevo es posible.
Necesitamos para ello de nuestros espacios de oración, de serenidad y silencio, de encuentro con Aquel que nos renueva, nos hace experimentar el gozo profundo de saberle cerca, muy cerca, Aquel que acrecienta nuestra esperanza y nos mueve a seguir, día a día, caminando humildemente, derramando amor, ternura y afecto por doquier. ¡Es tan necesario!
¡Por Él, con Él, y en Él todo es posible!
Carme Molist