• 1909:

1. MARGARITA AROLAS

La primera iniciativa partió del Excmo. Sr. Obispo de Vic, Dr. Torras y Bages, el cual, profundamente edificado por la lectura de: Vida y virtudes de la Madre Joaquina, de Benito Sanz y Forés, exhortó a la Superiora General, M. Margarita Arolas, a solicitar de Roma el incoar la Causa, diciendo que tal tesoro de virtud no debía quedar escondido a la admiración e imitación de las hijas del Instituto y de todos los fieles.

• 1909-1911:

VIC

Proceso Informativo Diocesano

• 1920:

El 20 de enero de 1920, el Papa Benedicto XVfirmó, en Roma, la apertura del Proceso apostólico.

• 4-04-1923

Joaquina es declarada VENERABLE

Al clausurarse el Proceso Apostólico, los restos de Joaquina son colocados en el suelo de la Iglesia al pie del altar(Boletín 40(1923)712)con la siguiente inscripción:

1924

Sacramento viaja a Roma para asuntos de la Causa de Beatificación de la Madre Fundadora.

• 16 – 06 – 1935

Pio XI firma el Decreto de la heroicidad de virtudes

M. ELISA IRÍZAR

• 25-02-1940

Pío XII declara que puede procederse a la Beatificación de la M. Joaquina.

• 19-05-1940

En la Basílica de San Pedro, en el Vaticano, se celebra la solemne Beatificación de la Madre Joaquima de Vedruna

• Joaquina de Mas y de Vedruna fue Beatificada entre dos guerras. Recién acabada la guerra civil de España y a punto de estallar la segunda guerra mundial.
• Con ocasiónde la Beatificación, la urna de Joaquima de Vedruna fue colocada al pie del altar, en la Iglesia de la Casa Mare, en una urna nueva, de latón repujado

• 12-04-1959

El Papa Juan XXIII preside, en el Vaticano, la solemne canonización de Joaquima de Vedruna. En esta ocasión, la urna fue colocada en una capilla lateral, abierta para este fin, en la Iglesia de la Casa Madre. Más tarde, con motivo del bicentenario de su nacimiento, la urna fue trasladada, el 28 de marzo de 1983, al Manso Escorial, testigo fiel de tantos goces y sufrimientos. Desde allí sigue guiando nuestros pasos y dirigiendo su Obra.

MILAGROS DE LA BEATIFICACIÓN   

1. Pilar PASQUAU, de Úbeda (Jaén)

Explotó una botella de agua oxigenada y los cascos de vidrio saltaron sobre el rostro de Pilar y le vaciaron completamente el ojo derecho. Llamados el facultativo de la población y un especialista de Jaén, declararon ambos la incurabilidad, y se limitó el oculista a aplicar calmantes del dolor y a anunciar que más adelante podría sustituir el ojo perdido por uno artificial….

… Una reliquia de la Madre Joaquina colocada sobre el vendaje, y la unión de oraciones de las Carmelitas con la afligida familia de su antigua alumna, devolvieron a Pilar, a los pocos días, la normal visión y aspecto del ojo herido. Los facultativos atestiguaron lo sobrenatural del caso, por tratarse de reconstrucción de un órgano destruido.

2. José PALAZÓN, Suboficial de Caballería en Vilafranca del Penedés

El soldado Palazón se hallaba moribundo, consumido por terrible tuberculosos que destruyó su organismo, ya intoxicado por las emanaciones malsanas de las minas de plomo en que había estado trabajando durante ocho años, antes de ingresar en la milicia. Desconsolada acudió su anciana madre, desde Cartagena, de donde era natural el hijo, para recibir su último suspiro. Entonces empezó la obra de Dios. Vecina del enfermo era una joven sirvienta sordomuda, que instruida porla caridad de nuestras Hermanas, pudo hacer su primera comunión a los diecisiete años o más años, y conoció también la santidad de nuestra Fundadora. Compadecida del enfermo y de su madre, esposa e hijitos, hízose entender como pudo, convenciendo a la anciana del valimiento de la Madre Joaquina ante Dios; la acompañó al colegio de las hermanas y les pidió una estampa de nuestra santa Madre. Apenas la tuvo en su mano la afligida anciana exclamó: «Santita mía, cúrame a mi hijo;  sí, esta santita le curará». Comenzaron las hermanas y la familia una novena; el enfermo no podía ya casi articular palabra, pero puso la estampa debajo de su almohada. No había terminado la novena cuando se sintió repentinamente curado, se levantó y se vistió por su mano, bajó la escalera, comió con apetito y en gran cantidad toda clase de manjares y, desde luego, pudo reintegrarse al Cuerpo militar a que pertenecía y realizar pruebas estupendas de equitación, en concurso entre oficiales, ganando él la delantera y dejando asombrados a los facultativos y a los técnicos militares.

MILAGROS DE LA CANONIZACIÓN   

1.-Juana TORRES DUQUE

En 1950 la niña Juana Torres Duque, de 4 años, se vio afectada por una grave laringitis diftérica. Visitada por el médico el diagnóstico indicaba que debían intubarla por la dificultad de respirar y después, operarla urgentemente. En el rostro de la pequeña se veían los síntomas y dificultad en la respiración; el caso era gravísimo. Los familiares estaban consternados.

Una hermana Carmelita de la Caridad, maestra de una hermanita de la pequeña enferma, le aconsejó comenzar de inmediato una novena a la beata Joaquina y le regaló una reliquia a fin de que fuera colocada sobre la enferma. Dos horas después de la imposición de la reliquia, la pequeña se adormeció con una respiración normal y serena. A las cuatro de la mañana siguiente despertó y pidió los juguetes y tarareaba como un pajarillo. Estaba curada. Después de cuatro días regresó a la casa y estaba muy bien. Todo esto fue constatado y confirmado por los médicos que la atendieron.

2.- Maria Asunta JORI GISBERT

Abril de 1947. Una niña, Maria Asunta Jori Gisbert, de 22 meses de edad, fue afectada por una fiebre de 40 grados. Visitada por el médico le diagnosticó una pulmonía del lóbulo izquierdo que degeneró de inmediato en un acceso que fue diagnosticado como una “cisti gaseosa pulmonar”. El único remedio era una difícil y complicada operación quirúrgica que ponía en peligro la vida de la enferma.

Los familiares, con confianza, piden de inmediato ayuda al cielo por intercesión de la beata Joaquina de Vedruna de quien era muy devota la madre de la pequeñísima enferma, la cual inició enseguida la novena en su honor con la particular intención para que el milagro sirviera para su beatificación. Al mismo tiempo aplicó una reliquia sobre el pecho de la enferma.

Una mañana de mayo la mamá regresaba de la iglesia y su hijo pequeño había recibido la primera comunión; con inmensa sorpresa encontró a la niña sentada en la cama con aire de gran alegría y de alivio.

Y el hermano que regresaba del colegio le trajo un dulce; después, levantándose de la cama comió con ellos en la mesa.

Estaba perfectamente curada y crecería del modo más normal y feliz.

Maria Antònia Gilibets, ccv