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Regreso a la misión

Regreso a la misión

Trini Vía y Núria Juvanteny pensaban que habían dejado definitivamente atrás su vida en tierras de misión, cuando les llegó la propuesta de trasladarse a Tánger, a formar comunidad con Inma Gala. El sábado 19 de octubre, un día antes de la celebración del Domund, partieron hacia Marruecos.

 

Trini Vía conoció la misión ad gentes en Cuba. Allí las Carmelitas de Vedruna tienen dos comunidades empeñadas en el trabajo educativo, pastoral y social. Una vida austera y comprometida con el bienestar de la sociedad cubana. A su regreso a Catalunya, vivió su compromiso en el mundo rural, presencias en las que –afirma– encontró numerosos paralelismos.

Núria Juvanteny fue destinada a la República Democrática del Congo (RDC) a finales de la década de los 80, con el objetivo de prepararse para la Fundación de la comunidad de Moanda (1989), primera presencia Vedruna en Gabón, fronteriza con la RDC, donde en esos tiempos estalló la guerra y la comunidad de Moanda tuvo que acoger a muchos refugiados que huían de la persecución. La presencia religiosa en la diócesis de Franceville era minoritaria. Núria, como maestra especialista en educación infantil, impulsó y dirigió un centro de enseñanza preescolar que sigue siendo un referente educativo en el país. Trabajó en la animación pastoral y acompañamiento a familias en varios poblados de la sabana. Colaboró en la introducción en la diócesis del movimiento Kisito, ya muy arraigado en la RDC. Después de varios años en Moanda asumió responsabilidades de gobierno en la Provincia Vedruna de África, que incluye cuatro países (RDC, Gabón, GE y Togo). Al terminar su servicio fue destinada a la misión en Guinea Ecuatorial, donde enseñó a leer y a escribir a muchos niños y niñas en el centro Vedruna de Añisok y visitó y ayudó a ancianos que vivían solos.

Actualmente Nuria y Trini vivían en Catalunya, en las Casas Santa Joaquina de Caldes de Malavella y de Tarragona, trabajando en cuidados de hermanas de mayor edad. Una responsabilidad que dejan con “mucha pena” y con “mucho agradecimiento” por todo lo que les ha aportado personalmente. “Qué testimonios!”, “¡qué historias tan bonitas!”. “Son mujeres que han trabajado en la Iglesia y en la Vida Religiosa muchísimo; han dado sus vidas”, van añadiendo una tras otra.

Dejar estas comunidades hizo complicada para ellas la decisión. Nuria resalta, sin embargo, que la misión ad gentes “sigue viva” en su corazón, y es “una fuerza interior” que la animó a responder a esta nueva petición congregacional. La situación le recordó en muchos momentos a la llamada del profeta Samuel, con el Señor que no se cansa de insistir una y otra vez. “Pensar que sí, que Dios en este momento nos llama a esta misión, me ha dado alegría, esperanza, confianza… Me ha dado mucha paz”, asegura.

A Trini, uno de los últimos empujones para terminar de decidirse se lo dio una hermana que pasó muchos años de misión en Filipinas, donde llegó a sufrir un secuestro junto a otra hermana del País Vasco. La mujer no puede hablar, pero consigue hacerse entender. “Cuando le iba contando adónde me iba, ella me cogía fuerte y asentía. Quería que me fuese a la misión”.

“Vamos contentas”, dice Trini Vía, “con la serenidad interna que da el saber que vamos a cumplir la voluntad de Dios, a través de este llamado del Equipo Provincial. Hay otras hermanas que podrían haber ido, hermanas más jóvenes. Pero se nos ha pedido a nosotras. Vamos como la viuda pobre del Evangelio, que da las dos moneditas que tiene, con el gozo de que somos enviadas a una frontera”.

Fecha

octubre 20, 2024

Categoría

Opiniones