La Provincia Vedruna Europa se encuentra en proceso de elaboración del nuevo Proyecto de Misión. Se está haciendo con “metodología sinodal”, con debates en las comunidades que serán puestas en común en las próximas semanas. “Un proceso participativo puede parecer más lento y laborioso, pero es más inclusivo” y, a la larga, “más eficaz”, dice María Irízar, del Equipo Provincial. Esta forma de actuar, compartida por otras congregaciones, puede también impulsar una participación más auténtica en la Iglesia, cree.
¿De dónde surge la idea de estructurar esta asamblea por fases, con un período intermedio de reflexión en grupos, para la elaboración del Proyecto de Misión con enfoque y metodología sinodal?
Desde el comienzo de nuestra andadura como equipo, veíamos necesario tener un Proyecto provincial con la participación de todas. Esta experiencia ya se había llevado a cabo en la elaboración del Proyecto 2015-18: “Abrasadas en el amor, abrazamos la pobreza”.
Quizás lo distinto esta vez ha sido que nosotras planteamos que la Asamblea fuera el espacio de esta reflexión; de ahí organizarla en dos fases, una primera de reflexión inicial a partir de un documento de trabajo. Con lo trabajado en la primera fase, enviar a toda la provincia un documento con lo más subrayado en esa fase, para ampliar la reflexión a todas las comunidades, grupos, equipos que deseen aportar. En la segunda fase de Asamblea, recogido todo lo aportado en el tiempo intermedio, seguir reflexionando juntas para, paso a paso, elaborar el Proyecto de Misión Provincial para estos años.
¿Cómo está siendo hasta ahora la respuesta? ¿Qué ecos recibe el Equipo Provincial?
Todavía están las comunidades, grupos y equipos en la reflexión; sí hemos recibido algunas aportaciones, suponemos que sobre todo esta semana llegará la mayor parte de ellas. Algunos ecos: se ha acogido positivamente la propuesta de participación y metodología sinodal; también se ha comentado que es poco el tiempo intermedio para ello. Nos llega que se está tomando tiempo para dialogar y compartir sobre ello, es muestra de que hay motivación.
¿Hasta qué punto la elaboración del Proyecto de Misión es realmente un proceso abierto, o se trata más bien de generar apropiación de las líneas ya marcadas por el Equipo Provincial?
Deseamos de verdad que sea un proceso abierto, aunque nosotras hemos expuesto lo que, desde nuestro conocimiento y visión global de la provincia, vemos importante tener en consideración; y pedimos que las demás también lo expresen.
En la primera parte de la Asamblea surgió la pregunta de si, al acabar la segunda parte, teníamos que tener ya el Proyecto elaborado. La respuesta por nuestra parte fue que eso dependería del camino recorrido, que seguramente haría falta más tiempo para hacer proceso y que lo importante es el proceso y no tanto tener un documento elaborado cuanto antes.
¿Qué enseñanzas podrían extraerse hasta ahora de este proceso participativo con respecto al debate abierto en la congregación sobre la renovación de las estructuras en clave de sinodalidad?
Un proceso participativo puede parecer más lento y laborioso, pero es más inclusivo y el resultado al que se llega es compartido por todas las participantes, por lo que es más eficaz.
En cuanto a la renovación de estructuras en concreto, este proceso permite “engrasar” estructuras que ya tenemos pero que quizás han perdido u olvidado su función de ser espacios sinodales, o darles un nuevo sentido a las mismas. Otras van perdiendo la función para la cual comenzaron a existir y se habrán de cambiar, quitar o replantear. Esto sólo puede hacerse con acierto si es “caminando juntas”.
Siendo este un camino que están recorriendo también otras congregaciones, ¿qué crees que puede aportar la experiencia de la Vida Religiosa al sínodo sobre sinodalidad, abierto ya en su fase diocesana?
La vida religiosa puede aportar, primeramente, su propia experiencia de “caminar juntas”, aunque tengamos mucho que aprender y cambiar. También su visión, pues la vida religiosa está en permanente camino. Este momento de la historia, especialmente después del Concilio, está siendo oportunidad para la VR de mostrar dónde está la única fuente de nuestra pasión, lo único esencial: el Dios de Jesús y su proyecto de humanización.
Por último, sobre la fase diocesana del sínodo, en muchos lugares no hay tal o es un “cumplir el expediente”; la vida religiosa puede ayudar a que no sea así, animando a personas y grupos, por pequeños que sean, a participar, desde parroquias, equipos de Cáritas u otros proyectos. Yo sé de Vedrunas que lo están promoviendo pese a la desidia en sus diócesis.
Con respecto al contenido concreto, ¿qué puede cambiar hoy en un Proyecto de misión frente al anterior, o con respecto a anteriores documentos de la Provincia o de la Congregación? ¿Cuál es el margen de innovación?
Me atrevo a decir que, si no hay cambios con respecto a lo anterior, no sería verdaderamente un proyecto. Al mismo tiempo, quizás se trata no tanto de innovación, cuanto de ir a lo esencial para este momento en el que vivimos -nuestro presente- sin perder la visión de futuro. Es como lo que dijo Jesús del que entiende del reino de los cielos, que “va sacando del arca lo nuevo y lo antiguo” (Mt 13, 52)
¿Hacia dónde apuntan por ahora las prioridades?
Tenemos ya unas prioridades señaladas por la congregación: Ecología integral y espiritualidad ecológica; Mujer en la Iglesia y en la sociedad; revisión de estructuras. Estamos llamadas a abordarlas teniendo en cuenta nuestra realidad concreta de provincia y contando con todas y cada una de las personas que forman parte de la Familia Vedruna amplia.
Por ahora se va subrayando esto: hay conciencia de estar en un momento especial, que es a la vez oportunidad y riesgo, esperanza y discernimiento, trabajo y confianza.