La comunidad de Vicar ha acogido durante cinco días a dos jóvenes universitarias que nos acompañaron en el campo de trabajo el año pasado.. Y que querían vivir estos días con nosotras, viendo nuestra día a día en la misión. Esta es su experiencia:
Hace poco menos de medio año emprendíamos el camino hacia una experiencia que se convertiría en una de las más especiales y reconfortantes de nuestra vida.
Conocimos a Mila y Carmen a través de las hermanas Vedruna, ellas nos acercaron a cada rincón del inmenso trabajo que hacen aquí; nos explicaron, nos concienciaron y nos empaparon de aprendizaje y valores sin si quiera pretenderlo.
Durante 10 días nos formamos en un campo de trabajo en el que la idea era educar en valores a niños marroquíes entre los cuatro y los doce años, a travésde actividades y juegos que simbolizaran de la manera más simple conceptos como la generosidad, amabilidad, honestidad, valentía, amor, empatía etc. Además de lo anterior, también visitamos el contexto en el que estos niños vivían; era una parte importante pues nos ayudaba a situarnos y a tomar conciencia de dónde estábamos y para qué habíamos ido allí. Con Mila y Carmen nos formamos sobre temas relacionados con la inmigración, los menores no acompañados y la violencia de género mediante debates, películas basadas en historias reales y testimonios.
Estos días significaron para nosotras una dosis de realidad por día. Como bien decía el párroco de Vícar, el trabajo que hacemos los voluntarios o cualquier persona que preste ayuda y atención a los más desfavorecidos no es igual a una erradicación total del problema; nosotros no tenemos una solución simple y directa para cada uno de los niños con los que hemos trabajado, pero sí hemos dado respuestas que gracias a la continuidad de Mila, Carmen y María Luisa hace que nuestra ayuda no quede en vano.
Una de las cosas que más nos guardamos de esta experiencia es la concienciación de qué hacen y para qué están aquí, tanto Mila como Carmen o María Luisa: lo básico de la vida es lo principal, y lo secundario ni si quiera existe. Valorar la sencillez, con qué es básico vivir y qué es prescindible. La educación, el seguimiento de cada una de las personas con las que tratan; una continuidad en su labor y una constancia que desde fuera se ve como algo heroico pero para ellas es la cotidianeidad del día a día.
El saber que te vas de un sitio habiendo aportado tu granito de arena es lo que más te reconforta, y guardar en tu conciencia cada momento vivido es lo que te impide mantenerte al margen de esta realidad tan cruel.
Carmen y Marta