El 22 de septiembre arrancaron en Madrid las celebraciones del 50 aniversario del Colegio Vedruna Villaverde, con un emotivo acto en el que dieron testimonio representantes de los diversos sectores de la comunidad educativa.
Palabra de exalumno: “Aquí entras solo, pero no sales solo. Yo vine aquí, y a los cinco minutos ya conocía a toda la clase, como si hubiera estado con ella toda la vida”. “Aquí nunca vas a estar solo porque esto es una familia, y el día que te sientas solo va a venir alguien y te va a ayudar”.
Juan (nombre ficticio) llegó ya en la ESO al colegio Vedruna de Villaverde. No pudo evitar una nueva repetición de curso, la segunda, con el severo inconveniente de pasar a convivir diariamente con chicas y chicos dos años menores que él. Lo llevó con la mejor deportividad, asumiendo que su grupo de amigos no se rompía, se ampliaba.
El entorno, reconoce, ayudó mucho. “En este instituto (sic) haces cosas que en otros no. Hacíamos, los miércoles, recreos cooperativos: los de 2º de la ESO se ponían como de profesores y hacían que los niños más pequeños se lo pasaran bien. Las convivencias…, todo, es algo que nadie en otro instituto que no sea Vedruna va a hacer. Es algo increíble; las excursiones, las salidas de final de curso, todo…”. Hasta las oraciones con las que comenzaba cada jornada escolar terminaron conquistándole, confiesa. Al final, concluye, “lo importante es que somos una familia y estamos siempre juntos”.
Eucaristía en la celebración del 50 aniversario del colegio
El colegio Vedruna de Villaverde “es un segundo hogar, donde el respeto y la amistad se llevan al extremo”, prosiguió una madre de dos alumnos de 15 y 12 años, que tomó a continuación la palabra. “Verdruna es sinónimo de familia de escucha, de comprensión, de acogida…”, dijo. Una garantía, sobre todo, de formación en valores.
Una sociedad mejor
Intervención de la directora, Eva M. Ceñal
Estos fueron, seguramente, los testimonios más emotivos este 22 de septiembre, en la apertura de las celebraciones por el 50 aniversario del Colegio Vedruna de Villaverde (Madrid). La directora del centro, la religiosa Vedruna Eva M. Ceñal, recordó los ilusionantes comienzos, marcados por las “penurias económicas” pero también la experiencia del “milagro de la unión, la colaboración, la fraternidad de toda la comunidad educativa”, imbuida de una clara conciencia de que “tenemos en nuestras manos una preciosa labor educativa evangelizadora que pone en el centro a la persona y contribuye a crear una sociedad mejor”.
Como destacó la concejal presidenta del distrito, el colegio ha sido un actor clave en el barrio de Villaverde, antigua población cercana al río Manzanares que, por aquel entonces, experimentó un fuerte crecimiento gracias a la población migrada de otros lugares de España y hoy es uno de los lugares con mayor diversidad étnica de la capital. Entre el alumnado del colegio, recordó en la Eucaristía el secretario general de Escuelas Católicas, Pedro José Huerta, hay representadas más de 20 nacionalidades.
Este elemento periférico es, de algún modo, un signo característico más de la escuela Vedruna. “El colegio Villaverde está en el lugar adecuado”, subrayó Nicolás Ortiz, como representante del equipo de gestión y patronato de la Fundación Vedruna Educación, a la que se adhiere hoy el centro.
Nicolás Ortiz (arriba), en representación de la Fundación Vedruna Educación, y María Irizar, miembro del Equipo Provincial de Europa
Tras él intervino, en nombre del Equipo Provincial Vedruna en Europa, María Irizar, agradeciendo, en primer lugar, la entrega de muchas hermanas, personal, maestras y maestros, familias, alumnado… que han formado parte de la comunidad educativa en este medio siglo, “sin desfallecer” nunca ante “los problemas descomunales” que se fueron sucediendo. Ese espíritu sigue presente: “seguimos apostando por este colegio, Vedruna Villaverde, porque es bueno para el barrio, para la sociedad y para cada persona que forma parte de él”, dijo. La fuerza motriz es la fe: “Debemos tener fe en que la humanidad es capaz de crecer, de revolucionar, de soñar y de convertir los sueños en realidad·, de impulsarnos a “volar a la montaña mas alta”, añadió, parafraseando a Joaquina de Vedruna. La fundadora “Soñaba con abrazar todas las necesidades de los pueblos”, del mismo modo a como, en estos cincuenta años, el colegio Vedruna Villaverde ha trabajado incansablemente por “un mundo mejor donde todos quepan”.