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ACAT, el pequeño activismo referente en la gran lucha contra la tortura

ACAT, el pequeño activismo referente en la gran lucha contra la tortura

Montse Fenosa acaba de ser elegida vicepresidenta de Acción de los Cristianos para la Abolición de la Tortura (ACAT), a la que la Generalitat de Catalunya ha reconocido con el Memorial Cassià Just de la Generalitat de Catalunya. La organización defiende a personas sometidas a violencia o trastos vejatorios en todo el mundo, ya sean guerrilleros, paramilitares o activistas de la no violencia defensores de los derechos humanos.

Montse Fenosa ha recibido un mensaje de voz muy especial en su Whatsapp. Es el padre de Facundo Molares, que le cuenta que su hijo por fin ha aterrizado en Argentina. Y agradecía el trabajo de la Acción de los Cristianos para la Abolición de la Tortura (ACAT), una de las organizaciones que más activamente hizo campaña por la liberación de este fotoperiodista de 45 años, detenido sin cargos desde noviembre de 2019, durante la crisis que siguió al golpe de estado contra Evo Morales. El informador había viajado al país andino para cubrir las elecciones de octubre y a los pocos días, sufrió una insuficiencia renal que le produjo un coma. Al comprobar su historial de activista político de izquierdas, la policía  le detuvo y trasladó del hospital a la cárcel de máxima seguridad de Chonchocoro (La Paz), privándole de diálisis y del resto de tratamientos médicos que necesitaba.

El fotoperiodista argentino Facundo Molares

 

Pero ACAT no solo lleva a cabo campañas internacionales. Otra Vedruna integrante de ACAT, Maria Dolors Bosch (en representación de su comunidad), relata el impacto que le produjo escuchar en la asamblea celebrada la pasada semana por la organización el testimonio de Ramón Piqué, “preso y torturado el 1992, antes de la Olimpiadas de Barcelona”, afirma. “Buscaban atemorizar a activistas de pensamiento independentista antes de los Juegos. Por su similitud se le invitó a opinar sobre la detención y prisión de siete CDR detenidos el 29 de setiembre del 2019, hoy en libertad después de una año de prisión condicional totalmente arbitraria”.

“Somos y seremos una entidad incómoda siempre”

Ya no se practica una violencia física como la que sigue siendo habitual en prisiones de Asia o América Latina, explica Montse Fenosa, pero ACAT sí ha documentado otras formas de coacción, como privar a los detenidos de sueño o coaccionarles por todos los medios hasta conseguir la autoinculpación deseada, dice.

Según Mª Dolors Bosch, “la tortura sigue siendo un tabú que obstaculiza su investigación y perpetua la impunidad, como proclama ACAT. La mayor parte de la sociedad la ignora y por lo tanto no existe, no se da aquí y ahora entre nosotros, pertenece a otras épocas…”. Pero la realidad es que, en todos los continentes, “sigue permitida y aplicada en la oscuridad de sectores militares, judiciales y carcelarios, como abuso de poder, imposición sesgada de la ley del más fuerte”.

El posicionamiento a favor de presos vinculados al “procés”, reconoce Montse Fenosa, recién elegida vicepresidenta, de la asociación, es posiblemente una de las razones que explica que la Generalitat haya concedido el Memorial Cassià Just 2020 a la Federación Internacional de Acción de los Cristianos para la Abolición de la Tortura (Fiacat), coalición ecuménica a favor de los derechos humanos de la que forma parte ACAT. Y eso que “la incidencia no siempre fue sencilla en el pasado”, por lo que “agradecemos este giro de la mirada del gobierno de Catalunya hacia la valoración de la defensa de los derechos humanos sostenida en el tiempo y del trabajo común de las personas y grupos de diferentes confesiones cristianas y no cristianas”.

Eso sí, añade Fenosa, “somos y seremos una entidad incómoda siempre, y para casi todos los gobiernos. No dependemos de la subvención de nadie. Nuestro compromiso no tiene un signo político, atendemos peticiones de quien sea. Nuestra ‘política’ es la de sociedad civil que contempla y actúa desde el Evangelio. Se ha dado el caso que, en un mismo país, también en España, hemos atendido a la vez casos de personas civiles agredidas, de defensores criminalizados y también de miembros de fuerzas del orden, e incluso de jueces criminalizados. Con nuestra acción –y oración–, además de colaborar para que haya justicia, mostramos que somos hermanas y hermanos. Porque en nuestra oración también tienen un lugar privilegiado las personas que torturan o que lo permiten, oramos por ellas”.

“La fuerza de la debilidad”

La Fiacat, presente hoy en alrededor de 30 países, fue fundada en Francia en 1974. La iniciaron dos activistas de Amnistía Internacional con el doble objetivo de facilitar un cauce de participación pro derechos humanos en las comunidades cristianas, y de configurar modos de actuación más flexibles, sin necesidad de pasar por todos los filtros que aportan rigor, pero a menudo restan agilidad a las grandes ONG.

“Creo que es una acción complementaria”, dice Montse Fenosa. “Organizaciones como Amnistía tienen muchos recursos humanos y económicos, disponen de una gran red que les permite un análisis e incidencia rigurosos en todos los continentes… Pero yo me siento mejor en ACAT, desde los valores cristianos, sin un mandato que limite atender a personas que no son presas de conciencia, sin condicionantes para dejar de hacer las denuncias donde convenga”.

Reunión de ACAT en 2019

A diferencia de esas organizaciones, a ACAT, con apenas 200 socios en el conjunto del Estado, no le preocupa, por ejemplo, que sus campañas puedan tener mala prensa, porque las personas a las que ayudan hayan tenido un turbio pasado criminal o militado en oscuras organizaciones mafiosas. “Seguimos a Jesús y no miramos el pasado de la persona. Miramos el presente. Y aceptamos acompañar, por ejemplo, a una persona que está siendo maltratada, torturada o que, por ejemplo, necesita ayuda por motivos humanitarios para su traslado a una prisión cercana al domicilio de sus familiares, aunque haya cometido delitos graves. ‘Nadie será sometido a tortura…’ dice el artículo 5 de la Declaración de Derechos Humanos”. Y ACAT lo aplica igual a guerrilleros, paramilitares o activistas de la no violencia defensores de la justicia social..

También cambia el foco en la intervención. “Aunque colaboramos con Amnistía o con la Red internacional SOS-Tortura”, añade Fenosa, “en ACAT valoramos mucho la cercanía en el acompañamiento de los casos”.

La escasez de medios se compensa a fuerza de entusiasmo y voluntarismo, “y nunca nos han faltado personas dispuestas a asesorarnos gratuitamente en aspectos legales o de cualquier tipo”. “Siempre que hemos necesitado algo, siempre, sean recursos humanos o económicos, los pedimos y nos llegan. Recuerdo una vez que un chico discapacitado condenado a muerte en EE.UU. iba a ser ejecutado y su último deseo fue ser enterrado junto a su madre. Seguíamos la situación hacía años, y la pastora protestante de ACAT que le visitaba nos hizo una petición urgente de dinero para el entierro. Al cabo de 3 días, las personas socias y amigas de ACAT habían enviado donativos de 5, 10, 15 euros, y habíamos llegado a la cifra necesaria. ¡En 3 días! Palpamos la providencia y la fuerza de la solidaridad, día a día”.

Es “la fuerza de la debilidad que proclama el evangelio”, prosigue Mª Dolors Bosch. “Poca gente, en lugares bien dispersos y con el corazón  abierto, haciendo gestos a su alcance consigue realmente ayudar a salvar vidas y a proteger derechos en cárceles de países lejanos”. “La consecución de los objetivos –prosigue– no se hace tan evidente en todos los casos, pero la denuncia siempre mueve cosas que, a la larga, favorecen los derechos vulnerados, porque los pone en evidencia y los saca a la luz”.

La esperanza en el cambio

Es importante la ayuda a la persona concreta, dice Monte Fenosa, pero los cristianos deben también “pasar de la casi sola atención social asistencial a la denuncia y anuncio de otro orden mundial, más justo, es decir, más humano”. Para lo cual hay que cambiar “un sistema penal y penitenciario que no suele dar oportunidades, simplemente es punitivo, no sirve para rehabilitar”. “Y, aún más importante, nos falta convertirnos de la mentalidad del ojo por ojo y diente por diente, tan arraigada. Creer de verdad en la misericordia, que no es ingenuidad sino una mirada diferente a la realidad con compromiso y esperanza para el cambio”. “Nunca podemos perder la esperanza en el cambio de las personas si les damos la oportunidad”.

Socias a título individual, o comunitario

A ACAT se asocian personas individuales, pero también colectivamente parroquias, comunidades, arciprestazgos… La participación Vedruna es de las dos modalidades, “un par de comunidades socias y algunas hermanas individualmente”, explica Montse Fenosa, que conoció la entidad en 1987, durante un retiro comunitario en una sala del convento de las Benedictinas de Barcelona. “Mi implicación ha ido creciendo a medida que he ido conociendo esta realidad de injusticia”, prosigue. “Las comunidades de las que he formado parte han estado implicadas también facilitando que me pudiese dedicar, supliéndome en tareas comunitarias y con flexibilidad para ajustar los horarios comunitarios”.

Fecha

diciembre 6, 2020

Categoría

Internacional