Uno de los jóvenes participantes en el último encuentro de Búsqueda ofrece las claves de este itinerario de discernimiento de tres años de duración.
El programa Búsqueda, en palabras de sus coordinadoras, “pretende contribuir a que los jóvenes vivan la experiencia de conocerse, alentarse en comunidad al seguimiento de Jesús, ponerse en disposición de encontrarse con Dios, discernir su vocación y avivar su compromiso”.
Se trata de facilitar a cada participante lograr un tipo de triangulación que consiste en “el acercamiento a la Palabra de Dios desde una perspectiva teórica-vivencial, correlacionándola con su vida, vocación y carisma, para que se haga posible la clarificación de las motivaciones y la verificación de la vocación específica a la que Dios les llama”, prosigue.
Los destinatarios de este programa de tres años de duración son “jóvenes en proceso de discernimiento que se sienten llamados a concretar su vocación cristiana y personas en la adultez joven de la vida en proceso de búsqueda”.
En palabras de Alejandro Navarro, uno de los ocho jóvenes que participó en el último encuentro celebrado, del 23 al 25 de octubre en Madrid, los protagonistas en los encuentros de Búsqueda son “el silencio y la vida compartida“.
Búsqueda –añade– ofrece “momentos para la reflexión y para la oración, para compartir risas y anhelos, para celebrar y cantar… Después de imbuirnos en el espíritu de los salmos, de dejarnos conmover por las historias de algunas mujeres de la Biblia, como Ester, Agar, Judith y Rebeca y de adentrarnos en la pedagogía de Teresa de Jesús, resuena en mi interior este pensamiento: buscar también significa aprender a esperar”, asegura Alejandro Navarro. Y de este modo, se intensifica el deseo de “salir al encuentro en medio de la duda y la incertidumbre. Contemplar nuestro horizonte, aunque todavía no esté del todo dibujado. Dejarnos abrazar por aquel que nos amó primero”.