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Hermanas de todos los continentes claman por un «liderazgo compartido» en la Iglesia de hombres y mujeres

Hermanas de todos los continentes claman por un «liderazgo compartido» en la Iglesia de hombres y mujeres

Hermanas Vedruna de los distintos continentes (por parte de Europa, Luica Villanego) comparten en un coloquio experiencias y frustraciones. Y el anhelo de un “liderazgo compartido ” que devuelva a la Iglesia la frescura del cristianismo primitivo.

La lucha por la igualdad de la mujer es uno de los movimientos más relevantes, si no el que más, en el actual momento histórico. Se trata de un fenómeno global, aunque con acentos y circunstancias diversas según cada contexto local. Y que afecta también de lleno a la Iglesia católica, donde va adquiriendo masa crítica el número de voces que dicen basta a una cultura misógina y patriarcal que nada tiene de evangélica.

Así lo ha planteado el Consejo General Ampliado (CGA) que la congregación Vedruna celebra del 10 al 25 de abril. El debate sobre la mujer en la Iglesia ha sido protagonista en los trabajos de los primeros días, incluyendo dos actos abiertos al público: una conferencia de la japonesa Filo Hirota, antigua coordinadora general de las Mercedarias de Bérriz, y un coloquio en el que religiosas Vedruna de los distintos continentes compartieron el 14 de abril experiencias, anhelos y frustraciones, en una mesa redonda moderada por la periodista Patrizia Morante. Días antes, la general Vedruna, María Inés García, participó en un debate con la máxima responsable de las jesuitinas, Graciela Francovig; el superior de los Escolapios, Pedro Aguado, y la coordinadora general del Laicado Vedruna, Mamen Sánchez.

Rekha Mahida habló de diversos programas en Asia que las hermanas Vedruna llevan adelante para rescatar a mujeres de la pobreza, la trata y otras formas de violencia, en ocasiones en colaboración con otras congregaciones religiosas, como la Compañía de Jesús. Una apuesta muy clara, señaló, es empoderar a la mujer a través de la educación, sin olvidar a otros colectivos oprimidos y marginados, como las personas transgénero.

También en África, relató Marguerite Mbima, hay diversos programas Vedruna contra la pobreza y la marginación con claro enfoque de género, en temas como la lucha contra la explotación sexual o la privación a los menores de su derecho a la educación. La mentalidad machista está ampliamente difundida, también dentro de la Iglesia, donde, en los discursos de buena parte de la jerarquía, “las mujeres somos temidas, descalificadas, consideradas peligrosas…”.

La experiencia se repite en América. Pese a todas las carencias, apuntó desde República Dominicana Marisol Sánchez, se van percibiendo algunos avances en la sociedad, a diferencia de lo que sucede en la Iglesia, que “está un poco más retrasada en este tema” y la mujer, por lo general, “no participa en las toma de decisiones”, aunque sea ella la que en el día a día carga con el grueso de responsabilidades para que sigan funcionando “las diócesis, las parroquias, las capillas…”.

Es en Europa, sin embargo, donde más acusado es el contraste, debido a los avances sociales que se han registrado en las últimas décadas, a los que la Iglesia ha permanecido en gran medida ajena.

Luica Villanego habló de un sector de mujeres católicas que se han resignado, “adaptándose a estos espacios masculinizados”, en los que son las mujeres las que llevan adelante el trabajo, pero la dirección corresponde siempre a varones, habitualmente sacerdotes.

Otro sector se ha ido “quedando al margen poco a poco”, al hacer mella en estas mujeres “el cansancio y la desafección”.

Y un último grupo, en el que la Provincia Vedruna Europa ha tenido una presencia destacada, se ha sumado a diversas reivindicaciones para que se reconozca la aportación de la mujer y su igualdad en dignidad y derechos.

No se trata, dijo, de romper con la tradición, sino justamente de conectar plenamente con ella. “Las mujeres discípulas de Jesús le seguían en público”, a contracorriente; “tomaban decisiones, participaban en el liderazgo de la comunidad…”.

Ese “dinamismo de la Iglesia primitiva”, el mismo que pide hoy el Papa para “una Iglesia en salida”, dijo Luica Villanego, requiere terminar con el silenciamiento y discriminación a la mujer. No solo dando responsabilidades a algunas mujeres, sino implementando en la Iglesia “un liderazgo compartido de varones y mujeres, en el que no solo ejerza yo mi liderazgo, sino que podemos ejercerlo todos y todas, porque unas veces me toque a mí aportar, y otras veces les toque a otros, y a los demás nos toque apoyar lo que propone esa persona”.

Fecha

abril 15, 2021

Categoría

Internacional