“La educación femenina en el siglo XIX al estilo de Joaquina de Vedruna” fue el título de una de las conferencias de los últimos Coloquios Históricos de Extremadura, que tuvieron lugar en el Convento de La Coria, en Trujillo, del 20 al 25 de septiembre, a cargo de Soledad Uceda Villa (en la foto), antigua profesora de instituto y experta en historia del siglo XIX. En el marco de los Coloquios, que celebraban su 50 edición, Ucedo explicó que la aportación de la Vida Religiosa, y de la congregación fundada por santa Joaquina en particular, supuso un importante avance hacia la igualdad en España.
El “gran salto adelante” en la universalización de la educación en España se produjo en el primer tercio del siglo XX (el analfabetismo, por ejemplo, se redujo del 66 al 44%). ¿Cómo contribuyeron las congregaciones religiosas en el XIX a preparar el camino, particularmente en lo que respecta a las niñas?
En el siglo XIX la educación femenina tomó un auge importante, hasta ahora había estado bastante olvidada en la historia e influenciada por la iglesia en todos los niveles, la mujer debía ser piadosa, buena madre y fiel esposa por eso las congregaciones religiosas contribuyeron de forma positiva a mejorar la situación de las niñas y mujeres incorporando al sistema educativo alfabetizarlas y adiestrarlas en algunos quehaceres domésticos para el mejor funcionamiento del hogar y de la familia.
¿Suma fuerzas la enseñanza religiosa con el impulso iniciado en las Cortes de Cádiz, o se trata de líneas divergentes, con el germen ya de la posterior fractura entre la educación laica-liberal y la religiosa?
Sí, se suman fuerzas. Precisamente el 7 de marzo de 1814, a través de las Cortes de Cádiz, se emitió un Dictamen y Proyecto de Decreto sobre la enseñanza pública, que se aplica también a la religiosa, donde se toma conciencia en España del problema de la mujer y su educación y se presenta como la condición más importante para la emancipación femenina. Introduzco en mi trabajo el artículo 115 de la Educación de mujeres que dice literalmente: “Se establecerán escuelas públicas, en que se enseñe a las niñas a leer y a escribir, y a las adultas las labores y habilidades propias de su sexo”.
¿Cómo podrían definirse las notas distintivas por aquel entonces de la propuesta educativa de Joaquina de Vedruna?
Todas las fundaciones eran conocidas por el mismo escudo, símbolo que estaba visible en fachadas, capillas…
El alumnado era exclusivamente femenino. Además de las clases regladas se prestaba ayuda a los pobres, enfermos y necesitados. La enseñanza, en un principio, gratuita para todas las alumnas. Las niñas vestían uniforme: primero una bata blanca que pronto se cambió por negra con botones y cuello blanco y que ha seguido evolucionando hasta el día de hoy. Todos los centros funcionaban siguiendo la ideología de Vedruna que se puede resumir en:
- Amor: esencia de la Congregación.
- Cercanía y sencillez, fomentando un ambiente familiar.
- Carácter activo, realista y práctico de la labor educativa.
- Educación individualizada y personalizada de las niñas y de las jóvenes.
- Educación motivadora, donde cada persona construye su propio aprendizaje, apoyándose en el interés por aprender.
- Flexibilidad y exigencia, compatibilizando ambas características en las formas y en los objetivos.
¿En qué medida puede decirse que la escuela Vedruna y otras aportaciones de la Vida Religiosa supusieron un primer avance hacia la igualdad de la mujer?
La enseñanza en la escuela Vedruna supuso un avance hacia la igualdad de la mujer, ya que se impartía, siguiendo la normativa vigente en la sociedad, tanto en objetivos y contenidos, de forma similar a cualquier centro educativo de España, proporcionando una buena formación, tanto académica como humana, preparando a las niñas y adolescentes para etapas posteriores de su vida y poder aspirar a un puesto de trabajo digno.
Como antigua alumna Vedruna que es usted, ¿cuáles de esos rasgos distintivos de la propuesta educativa de Santa Joaquina cree que han permanecido y qué siguen aportando hoy?
Como antigua alumna del Colegio de Las Carmelitas de Trujillo tengo gratos recuerdos de mi escolarización que inicié en el curso 1960/1961 y finalicé en el 1973/1974 al concluir mis estudios de Bachiller Superior. Los valores educativos que me inculcaron en mi etapa escolar permanecen hoy en mi interior, destaco, como comenté en mi ponencia, el lazo sólido de amistad entre mis compañeras, que perdura hoy, la responsabilidad en mi vida docente y familiar, la creatividad para realizar actividades complementarias a las clases regladas en mi trabajo y el espíritu de entrega y ayuda a los demás.