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“Necesitamos más espacios de encuentro con personas migrantes”

“Necesitamos más espacios de encuentro con personas migrantes”

Elena Millas cuenta su voluntariado este verano con la Comunidad de Ceuta junto a otras dos jóvenes del Colegio Mayor Vedruna.

Elena Millas fue una de las ocho voluntarias que este verano compartió la vida cotidiana con la Asociación Elín, en Ceuta. Solo que esa “cotidianidad” se vio bruscamente alterada desde que, en mayo, unos 10.000 jóvenes migrantes saltaron la valla desde Marruecos. La ciudad autónoma siguió en el centro de la actualidad informativa con las devoluciones de menores ordenadas por el Gobierno a medidados de agosto, que la Audiencia Nacional acaba de declarar nulas de pleno derecho.

ELIN, promovida por Vedruna en Ceuta, tuvo un destacado papel en la batalla jurídica por la actuación de las autoridades españolas con los migrantes menores de edad, junto a No Name Kitchen, Maaku, la Fundación Raíces y Andalucía Acoge. Pero mientras se preparaban demandas y comunicados de prensa, ha seguido adelante el trabajo cotidiano, desbordado por el aumento de población migrante.

Elena y otras dos compañeras del Colegio Mayor Vedruna de Madrid, Yayo y Berta (en la imagen superior, junto a Elena, a la izquierda), llegaron a Ceuta el 29 de julio para pasar allí dos semanas de sus vacaciones. Por las mañanas recibieron formación sobre migraciones en la frontera sur, lo que “nos aportó una perspectiva de lo que está sucediendo muy diferente a la que se suele recibir por las noticas”.

Por las tardes, impartían clases de castellano y, posteriormente, realizaban actividades de todo tipo con grupos más reducidos de jóvenes del CETI (Centro de Estancia Temporal para Inmigrantes): talleres de teatro o manualidades, excursiones a la playa, visitas a la ciudad…, cerrados con una reflexión y puesta en común y una cena de todas y todos en compañía.

Al hacer un balance final, la joven tiene unas primeras palabras para la comunidad Vedruna de Ceuta, con Cande y Paula, y su testimonio de hospitalidad y sobriedad. Pero lo que más le impactó, confiesa, fue “haber compartido con los chicos sus esperanzas de futuro, ver que nunca tiran la toalla, sus  ganas de vivir…”.

A algunos de ellos pudo acompañarlos hasta que, por fin, consiguieron el ansiado pasaje en un ferry para ser trasladados por el Gobierno a la Península para “empezar una nueva vida” (el “laissez -passé», le llaman ellos en francés). Los considera sus “amigos”. Y está convencida de que si más personas en España tuvieran un trato directo con personas como ellos cambiaría su visión de las migraciones  y “el discurso negativo” que ha ido cundiendo.

“Muchos vienen con una formación muy buena; tuvieron que dejar sus estudios por conflictos o por tener que buscarse la vida. Vienen simplemente en búsqueda de mejores condiciones de vida. Estos chicos y chicas que vienen cargados de esperanzas podrían ayudarnos a crear una sociedad mejor. El problema es que se les estigmatiza”, prosigue.

Iniciativas como Share the Journey, de Cáritas Internacional, o los Caminos de Hospitalidad de la Compañía de Jesús han buscado en los últimos tiempos generar esos espacios de encuentro, algo –está convencida Elena– por lo que hay que seguir apostando, porque “necesitamos más espacios de encuentro con personas migrantes”.

Fecha

octubre 2, 2021

Categoría

Jovenes