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La familia, según Jesús

La familia, según Jesús

Frente al clan familiar patriarcal, “Jesús propone grupos donde todos son iguales, hermanos”; “donde se puede crecer”, sin asfixiantes relaciones familiares atadas a las raíces, a los antepasados”.

En ocasiones, Jesús resulta “profundamente contracultural” en su visión de la familia. Ese es, de hecho, un poderoso argumento para saber que “estamos ante el personaje histórico, y no ante una creación de la comunidad, que estaría más edulcorada”.

La biblista Ana Unzurrunzaga aludió a numerosos ejemplos durante su conferencia, en el Encuentro Galilea celebrado en noviembre. Desde el famoso “¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?”, profundamente chocante para la época, al fulminante “deja que los muertos entierren a sus muertos”.

Hay que entender que “la casa, la familia extensa, lo era todo”, prosiguió la teóloga. Determinaba “la posición social”, “el lugar de trabajo”… Fuera de ella, “el sujeto quedaba sin seguridad, sin protección”. Del mismo modo que, a la inversa, existe “un honor colectivo” del que “dependen todos los miembros de la familia”. De ahí las relaciones en ocasiones “tirantes” de Jesús con sus familiares, cuando estos ven amenazado por sus actuaciones públicas su buen nombre.

Pero el Evangelio también muestra a Jesús y a sus discípulos en amables situaciones cotidianas familiares. Y sus predicaciones están llenas de “ejemplos muy positivos acerca de la familia”, o insisten en aspectos como las obligaciones de los hijos hacia los padres.

¿Qué es lo que cambia? “Jesús rompe con lo que se esperaba de cualquiera de él mundo judío”, explicó Ana Unzurrunzaga. “La vida no fluía en un clan familiar con una marcada autoridad patriarcal”, frente al cual “Jesús propone grupos donde todos son iguales, hermanos”, “donde se puede crecer”, sin “relaciones familiares atadas a las raíces, a los antepasados”, a menudo asfixiantes. “Su grupo no es una familia patriarcal, no les une lazos de sangre, no les une un honor o un patrimonio que mantener; en esa familia nadie ha de llamarse padre, nadie está por encima de nadie, nadie es señor de nadie, nadie es maestro más que Jesús”, el cual enseña que “la máxima es el servicio”, poniéndose él mismo como ejemplo.

Y sobre todo “no es una familia excluyente, cerrada, como lo podían ser otros grupos”. Un apunto histórico: el 10% de la población vivía en villas o palacetes, rodeada de sirvientes, frente al 75% mayoritario, que habitaba en casas de adobe. Incluido Jesús.

El 15 % restante, prosiguió la experta, “vivía en los márgenes de la ciudad, sin casa, sin familia”. Y rompiendo de nuevo esquemas, “Jesús sale a su encuentro y los considera los favoritos de Dios”.

Todos ellos tienen un lugar en la nueva familia de Jesús. La cual, a su vez, le ayuda a “construir su propia vida”, puesto que “se dejó influir por las personas y la realidad que se fue encontrando”. Lo mismo que le determinó también “sentirse hijo, enviado por el Padre, ungido por la Ruah”, el Espíritu.

La ecología en el Evangelio

Y junto a los pobres, la Biblia nos muestra un cierto vínculo con la tierra… De ello habló Teo Corral, quien retomó la conferencia buscando “indicios” de algo, a todas luces, “anacrónico” para la época, como es “la conciencia ecológica”.

Pero en Jesús sí se ve “el derecho de toda la familia humana a disfrutar de la tierra”. En esto sigue la tradición judía, en concreto el Levítico, para la cual el jubileo es tiempo de liberación, tiempo para descansar, y tiempo también para que la familia descanse. Todo lo cual se actualiza en Jesús, con una propuesta de vida que, frente a “la avidez y el acopio de bienes”, se basa “en la sencillez y la confianza”.

Fecha

diciembre 1, 2020

Categoría

Otras