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Espai Obert El Maritim: somos encuentro

Espai Obert El Maritim: somos encuentro

Sanae El Bayad es la coordinadora del Espai Obert El Maritim. Un lugar de encuentro intercultural en Valencia, donde personas de cualquier origen y edad se juntan a tomar un café. O donde jóvenes migrantes se forman para ejercer labores de liderazgo social y político.

Formar a personas migrantes en Valencia para que ejerzan funciones de liderazgo político y social y se conviertan en agentes de transformación social. Este es uno de los proyectos en los que trabaja el Espai Obert El Maritim, entidad ligada desde sus inicios a la Congregación Vedruna, inmersa hoy en un proceso de reestructuración.

Su coordinadora, Sanae El Bayad, habla de un “proceso de profesionalización, pero sin perder la esencia”. El Espai ha suscrito acuerdos y convenios con la Administración pública, el Arzobispado de Valencia y diversas entidades sociales para llevar a cabo su objetivo de promover “la convivencia intercultural”. Por eso, añade El Bayad, seguirá siendo un espacio donde “cualquiera puede venir a tomar un café, de igual a igual, sea cual sea la edad o la procedencia de cada uno”; “un lugar  en el que a lo mejor te puedes encontrar a una familia cristiana cocinando con una familia musulmana de Siria”, siempre desde la premisa de que “las diferencias nos enriquecen», y de que “es mucho más lo que nos une que lo que nos separa”.

En los últimos tiempos, se han hecho más necesarias este tipo de iniciativas, cree la coordinadora. “Los discursos del odio están a flor de piel, cosas que antes no eran tan comunes”, dice. “En fin, Vox, la política… Ya sabes”.

También aumentan las necesidades de las personas migrantes. Antes del confinamiento, las cuatro aulas de castellano estaban a pleno rendimiento, con en torno a 20 personas cada una.

Parte del éxito se explica por la capacidad del Espai de adaptarse “a las diferentes necesidades, respetando el ritmo de de la apertura de las personas, procedentes de muy diversos entornos culturales”, prosigue Sanae El Bayad. “Una de las experiencias que vivimos en este sentido es la clase de castellano y de costura”, programadas solo para mujeres, la mayoría de Pakistán. “Son mujeres que sienten el Espai como su segunda casa y le tienen cariño porque se perciben respetadas, en su forma de vestir, de convivir con el otro”. A cambio, se respeta “su decisión de formarse solo con mujeres, sin mezclarse con los hombres”. Suele ser simplemente cuestión de tiempo: “Muchas de estas mujeres nos ha sorprendido después, participando en los encuentros interculturales. Pero, como digo,  no pretendemos forzar nada, sino que este colectivo llegue a formar parte de la misma forma que se mezclan otras/os, caminando con ellas  al ritmo de su proceso, y gozando al ver cómo van adquiriendo autonomía, cómo van abriendose, cómo crece su confianza y aprecio a sus profesoras…”.

Ahora, la pandemia ha obligado a suspender unas actividades y a reinventar otras. “Seguimos acompañando, en cualquier circunstancia que te puedas imaginar, pero mucho de eso tenemos que hacerlo por teléfono”, cuenta la responsable.

A los jóvenes, especialmente, se les deriva después hacia otros proyectos para que puedan continuar su formación y así facilitar su búsqueda de empleo. No obstante, advierte Sanae El Bayad, el objetivo va más allá de proporcionar una serie de servicios. “Somos sobre todo un espacio de encuentro, y cuidamos mucho esos momentos”.

De ahí que una de sus señas de identidad del Espai sea el diálogo interreligioso. “Es una riqueza”, dice. “Yo soy musulmana, pero asisto a Monte Carmelo [programa de formación en acompañamiento que se imparte en el Centro Vedruna de Valladolid] y disfruto mucho hablando de espiritualidad con María Gracia [María Gracia Gil, la provincial Vedruna de Europa]”.

“Recuerdo un día, en Misa de Gallo, que el párroco que colabora con nosotros habló de Mahoma como patrimonio de la humanidad. A algunos le sorprendió mucho, pero creo que ese es el camino. Lo veo en la cara de mi madre, una mujer que nunca ha estudiado, cuando le hablo de cómo las hermanas Vedruna entregan su vida a Dios. Que te escuche con esa atención alguien como ella no tiene precio”.

“Puede que la forma de entender y vivir  mi experiencia interreligiosa choque a mi comunidad, igual le puede pasar a un cristiano cuando se abre a otros modos de vivir la fe: algunos pueden interpretar que el grado de convicciones de la persona se ha visto afectado. Pero espacios de profundidad y reflexión como el que proporciona Vedruna nos dejan claro que nos comprendemos entre creyentes de diferentes religiones, crecemos en el diálogo y nos perdemos en la escencia, en lo que no alcanzan las palabras a describir, en lo que solo se siente”, añade

Por eso, pese a alguna incomprensión que pueda suscitar de uno u otro lado, Sanae El Bayad exhibe con orgullo su apodo de “la Vedruna musulmana”.

Fecha

febrero 10, 2021

Categoría

Nacional