La intercongregacionalidad, el trabajo en red con otras congregaciones religiosas, es cada vez más la norma. Esta es, al menos, la experiencia de la Comunidad Vedruna de Vícar (Almería).
“La ayuda a los pobres nos ha unido”. Milagros Eola y Carmen Rodríguez, de la Comunidad Vedruna de Vícar (Almería), no dudan un instante en señalar lo que mueve su trabajo en proyectos intercongregacionales. Cuando la Iglesia, el 2 de febrero, celebra el Día de la Vida Consagrada, ellas destacan que “los dones que nos aportamos unas a otras duplican el trabajo”, dice Carmen. “Somos parte de una misma Iglesia y así es como lo sentimos”, añade Milagros, Mila.
Ambas religiosas Vedruna trabajan junto a tres religiosas Reparadoras en un proyecto con mujeres de origen magrebí, unas 40 antes de la pandemia. “Son mujeres que lo necesitan todo: aprender la lengua, trabajo, ayuda con sus hijos… Son las últimas en la sociedad, las más excluidas”, afirman.
El proyecto incluye desde clases de español a consultoría legal, pasando por todo tipo de talleres. También iniciativas para su integración social, contrarrestando las “tendencias xenófobas en parte de la población”.
En ese esfuerzo han logrado implicar a buena parte del vecindario, como pudieron comprobar durante los momentos más duros del confinamiento. Las mujeres con las que trabajan suelen residir en infraviviendas, y lo habitual es que vivan al día, consiguiendo empleos mal pagados en invernaderos destinados en su práctica totalidad a la exportación. “Hoy les cogen, mañana no. Viven siempre en esa precariedad”, explican Mila y Carmen. Eso hizo especialmente difícil su situación durante las semanas en las que no pudieron salir a trabajar, pero “la gente se volcó con nosotras: nos dieron camiones enteros de verdura y palés de comida, tuvimos muchos voluntarios, gente que nos dio dinero…”. Alimentos que emplearon indistintamente para asistir a estas familias inmigrantes y a población local en situación vulnerable.
La cooperación no se limita a las Reparadoras. La Comunidad de Vícar trabaja también en proyectos junto a la parroquia y Cáritas diocesana de Almería. Y también junto a diversos colectivos sociales y vecinales.
Carmen y Mila describen esta forma de trabajar en red como “una riqueza”. Eso sí, apuntan: se requiere un esfuerzo extra de apertura a los demás, “estar dispuestas a participar en proyectos con otras personas como unas más”. Al final, afirman, “vale la pena”.