La Provincial de Europa hace balance de un 2020 en el que la pandemia golpeó duramente a las comunidades Vedruna, y extrae algunas lecciones de estos tiempos difíciles para el futuro de la misión.
Ha sido un año muy duro para la Provincia Vedruna. El coronavirus se llevó las vidas de 18 hermanas. “Fue momento de asumir el dolor de las pérdidas y acompañar a las comunidades en ese dolor”, destaca la Provincial, María Gracia Gil.
La pandemia no ha remitido. “Seguimos teniendo contagios pero mucho más leves y con más seguridad en las actuaciones”, asegura en esta entrevista, en la que hace balance de 2020.
Pero también 2020 deja unas cuantas cosas positivas. Se ha percibido “la fuerza de la vida, esa vida amenazada ha seguido brotando; en plena pandemia, en pleno confinamiento, en pleno año 2020, han surgido nuevos proyectos de acompañamiento a personas que vienen de otros lugares. Se han atendido a chavales sin recursos para que pudieran continuar el ritmo de las clases. Las escuelas, reinventándose para atender situaciones inesperadas. Las casas-familia haciendo posible lo que parecía imposible. Acompañando la soledad en las zonas rurales”. Y “nuestras hermanas mayores colaborando en todo, haciendo mascarillas, rezando y soportando con paciencia, el confinamiento”.
Los tiempos de tribulación dejan también enseñanzas útiles. “Que somos vulnerables. Que por mucha programación y organización que tengamos el covid nos ha colocado en nuestro sitio, experimentando nuestros límites”, destaca María Gracia Gil. Y “se acabó aquello de que cada palo que aguante su vela, porque si nos salvamos ha de ser juntos”. Además, “no podemos añorar tiempos pasados”. Hoy “estamos ante un cambio increíble que nos urge a que cambiemos en nuestra forma de pensar, vivir y actuar. Y si no lo hacemos ahora, perderemos esta oportunidad que nos brinda lo vivido y aprendido”.
No cambia la misón Vedruna, que “sigue teniendo el mismo objetivo de fondo: hacer posible otro mundo en el que el plan de Dios de que todo ser humano viva y viva en plenitud se haga verdad”. Pero sí “hemos de apuntar a cambios quizás en el enfoque”, pensando “no tanto en el “hacer”, sino más bien “en el sentido del por qué y para qué de lo que hacemos”.
En cuanto a sus deseos para 2021, la Provincial pide capacidad para “ver más allá de lo que ocurre porque en medio de lo que vivimos y vive la gente, Dios se hace presente, nos está hablando.”. “No añorar lo que teníamos, sino imaginar, soñar de manera nueva. Re-inventarnos”. Y “dejar que crezca la semilla profética que llevamos dentro y a pesar de todo, contagiar y contagiarnos de esperanza”.